Esta filmación data de octubre de 1983. Hacía un par de meses que se había muerto su quinta esposa. Sobredosis de metadona. Se habían casado aquel junio. La cuarta, de quien llevaba divorciado desde 1973, murió también en junio, pero de 1982, ahogada en una piscina. En abril de 1984 se casó con la sexta. Grandes cojones de fuego los de
Jerry Lee Lewis. Afortunadamente, esa montaña rusa sentimental en la que su corazón lleva subido más de medio siglo hizo acto de presencia en este concierto. Unas horteras gafas de sol tuvieron que tapar unos ojos que empezaban a ponerse llorosos. Cuando para el segundo corte echa mano de
“You Win Again” de Hank Williams, notas que esta vez no la cantará por cantar. Después llega
“Sweet Little 16”, que con su currículo es una canción de amor en toda regla, y ya vemos a un hombre muy a gusto en su papel.
Está el piano exhibicionista. A veces tocado como quien escribe a máquina con un dedo que supera los límites de velocidad. O como quien escribe a máquina con un dedo tirando a lento. O tocado con lo que sea. Pero absolutamente siempre –esa noche– dando en la tecla. Está la voz, que ha decidido ponerse al servicio de la canción y no al revés. Y está la banda, un sexteto competente y, por supuesto, al servicio de él. Caen versiones de
“No Headstone On My Grave” de Charlie Rich y
“What’d I Say” de Ray Charles que no son moco de pavo. En esta serie del programa ‘Austin City Limits’ pocas veces (¿ninguna?) el plató se ha parecido tanto a un horno. Jerry Lee mueve el termostato a su antojo. Incluso cuando se quita la chaqueta y se sube las mangas de la camisa. El rock’n’roll, su rock’n’roll, tal y como había sido.
De haberse editado en su momento, podría haber sido su particular
comeback special, al estilo del que Elvis Presley protagonizó en 1968, e igual habría evitado la larga travesía por el desierto discográfico que protagonizó entre el ecuador de los ochenta y el de los noventa. Pero ha salido ahora, así que carpe diem. ∎