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La historia del cómic de Galicia tiene en los años 70 su momento más importante, al consolidarse una idea de cómic gallego gracias a diversas publicaciones, colectivos y autores. En aquella década políticamente convulsa dos figuras esenciales irrumpieron en la “banda deseñada” con ideas claras, influencias palpables y un mensaje reivindicativo, adulto y profundamente identitario. Galleguista. Me refiero a los autores de este álbum, Reimundo Patiño (A Coruña, 1936-1985), artista enamorado del cómic, y Xaquín Marín (Ferrol, 1943), cuya amistad con Patiño le contagiará la misma pasión por la historieta. Ambos tantearon el medio en un entorno poco propicio, una Galicia sin editoriales ni apenas tradición, publicando breves cómics de una página en la prensa –Marín– o llevando al arte gráfico sus ideas para historietas: Patiño y su serie serigráfica “O home que falaba vegliota” (1972).
Cuando en 1975 unieron fuerzas para publicar “2 viaxes” estaban haciendo historia. Conseguían publicar el primer álbum de cómic gallego y en lengua gallega. Leer hoy esta obra requiere de cierta perspectiva y ponernos en un tiempo y lugar que no son los presentes, pues una característica de ambos autores es el compromiso antifranquista y galleguista. Compromiso que se disfraza de relatos de ciencia ficción, aventuras espaciales delirantes con las que hablar de represión, de las heridas de Galicia en los años 70 y de ansias de libertad. Obviamente, el empleo del gallego en pleno tardofranquismo es otro posicionamiento político.
Unidos por este espíritu y por la idea del viaje futurista como metáfora, Marín y Patiño entregan dos obras autónomas en el álbum: “O longo camiño de volta dende as estrelas” (Marín) y “A saga de Torna no Tempo” (Patiño). Marín habla, tras el velo de naves espaciales y planetas exóticos, de una de sus preocupaciones autorales de la época, la emigración y el capitalismo depredador. Patiño articula una diáspora gallega por el espacio y el tiempo de aires esperpénticos y humor negro. Ambos juegan con un sentido orgánico para la página, destilando influencias del cómic –Druillet y la nueva BD francesa de los últimos años 60 y primeros 70–, pero desde discursos muy personales, influidos por las artes contemporáneas.
En este sentido, lo adulto de “2 viaxes” no termina en el contenido narrativo, ya que ambos autores realizan una inmersión en experimentaciones sin freno con su dibujo. Patiño es fiel a un estilo de representaciones salvajemente recargadas, psicodélicas y expresionistas al tiempo, en un festín dedicado al horror vacui que desafía al lector. Marín se acerca al gusto por la página orgánica de su amigo y afina sus dotes compositivas en composiciones impactantes y mucho más legibles que las de Patiño.
La alianza de la editorial de cómic experimental Fosfatina con Editorial Elvira nos brinda una recuperación necesaria, una lectura exigente y un diorama del pasado de Galicia y de España. Tiempos de un arte reivindicativo, casi clandestino –en este caso, autoeditado– y adulto. La edición es soberbia, facsímil de la original, con aportación de Antón Patiño en una nueva introducción. La propia editorial Elvira publicó hace un tiempo “Esquizoide” (1978), de Antón Patiño (primo de Reimundo), otra de las obras a destacar en la historia del cómic gallego y en la del cómic experimental sin adscripción geográfica.
Reimundo Patiño falleció joven. Marín ha disfrutado de una larga carrera, aún en activo como humorista gráfico. Juntos hicieron historia del cómic gallego y presentaron con estas “dúas viaxes” una célula (de doble núcleo) única en el panorama nacional. ∎