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Estos difuntos no están muy vivos, sino muertos, enterrados y, en algunos casos, pulverizados, pero incluso así se las apañan para reaparecer al otro lado del espejo, dejarse interrogar y poner a prueba a entrevistadores quisquillosos. “Todos hablamos con los muertos, ya sea fantaseando conversaciones imposibles, ya pidiendo consuelo o consejo a los seres queridos”, escribe el periodista británico Dan Crowe, a quien siendo editor de la revista ‘Zembla’ se le ocurrió la “genial idea” de proponer a autores vivos que entrevistaran “a sus héroes finados de cualquier época, lugar y condición”.
Al final, la idea no resultó ser ni tan genial ni mucho menos novedosa (de Luciano de Samósata a Bernard Le Bovier de Fontenelle, pasando por James Thurber, muchos son los autores que han cultivado el arte de la entrevista post mortem), pero nada de eso impide devorar con ganas “Entrevistas de ultratumba” (“Dead Interviews”, 2013; Libros del Kultrum, 2021), subtitulado “La resurrección de la carne: autores vivientes conversan con sus cadáveres predilectos”, selección de algunas de aquella charlas con unas cuantas adendas e injertos locales. “¿Qué clase de perverso deseo alimenta la necesidad de entrevistar a alguien que, a todos los efectos, está criando malvas?”, se pregunta Crowe. Y la respuesta, o una de ellas, se puede encontrar en el tronchante y muy revelador diálogo entre Douglas Coupland y Andy Warhol. O, por los mismos motivos, en el delirante mano a mano entre Geoff Dyer y Nietzsche o en la instructiva y seductora conversación que Ian Rankin mantiene con el fiambre de sir Arthur Conan Doyle.
De hecho, en el balance final la cosa se podría dividir entre entrevistados listillos que aprovechan la incomparecencia física del entrevistado para intentar quedar mejor en la foto que sus interlocutores (aviso: sale mal) y los que se entregan al reto con espíritu recreativo y juguetón. Ahí están, por ejemplo, el jocoso duelo verbal de Toni García Ramón con Paul Newman; el ménage à trois que Joyce Carol Oates orquesta con el poeta Robert Frost y la estudiante Evangeline Fife; o la jugosa charla entre Diego A. Manrique y John Lennon.
También comparecen por las páginas de “Entrevistas de ultratumba” Jaime Gil de Biedma y Henry James, pasmados ambos ante el afán revisionista de la sociedad contemporánea; un Jimi Hendrix algo apagado; los espectros pioneros de George Sand y Anaïs Nin…“Los muertos deambulan errabundos fuera del tiempo, del tiempo conocido en el que habitamos nosotros, y ese resquicio de luz que media entre dos eternidades nos confunde”, concluye Crowe, convencido acaso de que la ouija y los ritos sobrenaturales es algo irrelevante cuando se tiene a mano algo mucho más poderoso como la literatura. ∎