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Jane Birkin nació en diciembre de 1946. La primera entrada de sus diarios es del 30 de abril de 1957. Empezó a escribirlo, pues, cuando tenía 11 años. En el texto de introducción redactado en 2018, Birkin asegura que no se cambia, “lo que era con doce años es lo que soy hoy”. Este diario se detiene en 1982, cuando Birkin había conocido a su tercera pareja, el cineasta Jacques Doillon, y estaba en crisis total con la segunda, el músico Serge Gainsbourg. Antes se había casado con el compositor cinematográfico John Barry. Las parejas son importantes: “He compartido mi vida con John, Serge y Jacques”. Ellos desfilan por las páginas de “Diarios 1957 · 1982. Munkey Diaries” (“Munkey Diaries”, Librairie Arthème Fayard, 2018; Monstruo Bicéfalo, 2023) como lo hacen las hijas, el hermano y los padres de Jane, el teatro, el ballet, el cine, la isla de Wight, Londres, París en 1963, Venecia, Florencia, California, Mallorca, el barrio parisino de Pigalle, Katmandú, “Je t’aime”, Chicago, Osaka, Bretaña, Brighton, Saint-Tropez, Cannes, Dakar, Brigitte Bardot y “Blow Up” (Michelangelo Antonioni, 1966), la película definitiva sobre el swinging London, sin ser ese su tema central, en la que Birkin fue la adolescente rubia y Gillian Hills su amiga morena en la escena de sexo con David Hemmings que la catapultó a un primer esbozo de fama… Lugares y personas, hechos e inseguridades, amores y desamores, descritos con la sencillez e intimidad que acostumbran a tener todos los diarios, sin retoques posteriores, tal como fueron concebidos porque, como piensa Birkin, pasan los años pero seguimos siendo los mismos.
Ahí tenemos a Felipe Cabrerizo. Después de hincarle el diente a Gainsbourg, Françoise Hardy y Johnny Hallyday traduciendo las memorias de la segunda –“La desesperación de los simios… y otras bagatelas” (2017)– y escribiendo las biografías del primero y tercero –“Gainsbourg. Elefantes rosas” (2016) y “Johnny Hallyday. A toda tralla” (2018)–, el triángulo de las Bermudas de la colección Psycho Beat! publicada por Ediciones Polares, Cabrerizo retoma el ideario franco-pop –con la parte anglo de Birkin– con este libro que traduce y publica en su propia editorial. Aunque el diseño sea distinto del de las anteriores entregas de la colección, el espíritu Psycho Beat! es el mismo. De ahí la cuidadísima edición: los textos intercalados por Birkin en algunas partes del diario para contextualizar o aclarar algunos acontecimientos y sensaciones están en cursiva y en una tinta azul que “los psychobeaters no tardarán en identificar como sospechosamente parecida a la de ese disco entre los discos que es ‘Histoire de Melody Nelson’ (1971), en cuya portada Jane, ya embarazada de Charlotte, sostenía ese mono de peluche al que van dedicados estos diarios”, explica Cabrerizo en el prólogo. Edición de autor.
Efectivamente, el munkey del título era el mono de peluche vestido de yóquey que un tío de Birkin le regaló tras ganarlo en una tómbola. La acompañó durante décadas, hasta que fue depositado en el ataúd de Gainsbourg. Muchas entradas del diario están dirigidas directamente al mono. Fue escrito originalmente en inglés y traducido después al francés con supervisión de la autora, y esa traducción es la que ha utilizado Cabrerizo para verter la historia de Birkin al castellano. Una historia personal en la que menciona poco su obra, exultante, en lo musical, teatral y cinematográfico. “Solo reconoces la felicidad cuando ya ha pasado el tiempo”, apunta Birkin, pero estos diarios tienen poco de nostálgico: la autora describe con el mismo tono el dolor y la felicidad. Al añadir esos textos de situación que Cabrerizo ha teñido de azul, Birkin mezclaría los diarios de entonces con los recuerdos de hoy. Faltan años porque algunos cuadernos se perdieron.
En una entrada de enero de 1960, la protagonista de “La bella mentirosa” (Jacques Rivette, 1991) se emociona al escuchar “El Danubio azul” de Johann Strauss y decide entonces que posiblemente escribirá un poema o un libro. Cuando la invitan por primera vez a la cabina de proyección de una sala de cine, escribe: “¡Parecía que estábamos en Marte!”. Recuerda su primer encuentro con Vanessa Redgrave, cuando esta tenía 20 años, y fue a saludarla con su madre al camerino tras una obra de teatro, sin imaginar que compartirían reparto, aunque ninguna escena, en “Blow Up”. El París de 1963 lo describe con el ajo en todas las comidas y las pastillas de menta que tenía que chupar para combatirlo. La relación con Barry no auguraba nada bueno: Birkin deja constancia de que lo conocía solo desde hacía cinco meses cuando se casaron y “ahora todo lo que quiero es tener un niño, algo un poco complicado dado que no hacemos el amor más de tres veces al mes. Qué denigrante tener que jugar sola cuando se está casada. La sensación de no ser querida, deseada ni amada comienza a asfixiarme”. La inseguridad: “John graba con Nancy Sinatra. Ojalá me llame. Me da terror el encuentro entre John y ‘sexy’ Nancy”. Y los equívocos: Gainsbourg pensó que Andrew, el hermano de Birkin, era su amante. Así define a Serge un lunes de agosto de 1968: “Tiene un aspecto extraño, pero lo amo, es diferente de todo lo que conozco, puro y degenerado al mismo tiempo”. Y así explica, en tinta azul, el nacimiento de Charlotte: “Serge pasó el parto tras la puerta, a gatas, con un estetoscopio para escuchar todo lo que pasaba”. Birkin quería que su hija se llamara Lucy.
Siguió amando a Gainsbourg, pero a principios de 1975 escribía: “Soy parte de una puesta en escena magnífica, perfectamente organizada pero sin la más mínima originalidad”. Se sentía menos imprescindible que el contestador automático. “Caes en la trampa de imaginar que el amor lo perdona todo, pero no es cierto”: al redactar estas líneas, Birkin se veía ya con Doillon y Gainsbourg parecía consentirlo, pero al mismo tiempo la amenazaba violentamente si descubría algo importante entre ellos. Con Gainsbourg había grabado canciones imprescindibles de su tiempo. Con Doillon haría filmes tan estimables como “Le pirate” (1984). Con Barry solo coincidieron en la comedia pos-Free Cinema “El knack… y cómo conseguirlo” (Richard Lester, 1965).
A partir de 1982, Birkin siguió escribiendo su diario en francés. Pero eso ya pertenece a un segundo volumen que va del nacimiento de Lou Doillon hasta el suicidio de Kate, la hija que tuvo con Barry. Fue el 11 de diciembre de 2013. “Con Kate se cierran mis diarios”. ∎