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“¡Hola, jóvenes! Vengo a hablaros de una cosa llamada manga…”. Ilustración: Pablo Ríos
“¡Hola, jóvenes! Vengo a hablaros de una cosa llamada manga…”. Ilustración: Pablo Ríos

Son solo tebeos

Lecciones espirituales para los jóvenes mangakas

Las redes sociales están abonadas a polémica de todo tipo, y quizá el campo que genera más controversias por minuto es el del cómic. Cada mes, Pablo Ríos será nuestro guía por todo aquello que inquieta al mundo de las viñetas, recordándonos que, al final, “son solo tebeos”. Para empezar el año, nuestro hombre repasa algunos éxitos recientes del manga y se pregunta si el fenómeno podría traducirse también entre la producción estatal.

03. 01. 2022

Cuando, hace unos meses, desde Rockdelux me otorgaron este espacio para escribir sobre tebeos, mi idea fue ofrecer al público de la revista una panorámica sobre el mundo del cómic estatal, interrogando a profesionales del sector, contrastando datos… Una suerte de sucintos artículos de investigación, con un ojo en la actualidad. Pero permitidme que empiece el año a lo Monty Python: hoy vamos con algo completamente diferente (sí, vas a leer otra columna de opinión, te advierto a tiempo para que lo dejes aquí si quieres; aunque puede que incluya algún que otro dato contrastado, para no perder la costumbre).

En octubre de 2021, Planeta lanzó “Haykyû!” (Haruichi Furudate; 2012-), un manga largo tiempo esperado por los aficionados, pulverizando las ventas de cualquier otro cómic ese mes. Un mes después, la editorial Norma daba la réplica y publicó “Tokyo Revengers” (Ken Wakui; 2017-), que se coló, de manera automática, en el primer puesto de las listas de libros más vendidos de España, superando a cualquier otro best seller, tanto en cómic como en literatura. “Haykyû!” está protagonizado por un equipo de voleibol escolar, y “Tokyo Revengers” es un thriller que combina viajes en el tiempo con delincuencia juvenil. Ambas obras se dirigen a un público mayoritariamente adolescente. ¿No habíamos quedado en que la juventud ya no lee?

Pues claro que no, es una mixtificación más de las muchas que pueblan el sector editorial. Según el Barómetro de Hábitos de lectura de 2020, publicado por la Federación de Gremios de Editores de España, el 73,8% de la población entre 14 y 24 años confiesa ser lectora habitual (ya os dije que algún dato caía), un número que no ha hecho más que crecer durante las última década. Y el manga ha conquistado a buena parte de esa masa de compradores. La gran pregunta es cómo ha conseguido el cómic japonés calar de esa manera entre el público joven occidental desde su irrupción en el mercado. Y, por supuesto, la derivada consecuente: ¿se puede replicar ese éxito con producción nacional? No seré yo quien ofrezca aquí la fórmula mágica, pero me gustaría apuntar tres cuestiones que me parecen interesantes para poder abordar la cuestión de una manera más o menos amplia. Admitiré réplicas y todo tipo de ofertas editoriales (con este llevo ya cuatro artículos, y hasta ahora no había ofrecido mis servicios como autor de cómic, la edad empieza a pasarme factura).

1. El vil metal

La puesta en escena del manga obedece a un modelo de publicación con poco arraigo en nuestro país. Las revistas japonesas de manga, de centenares de páginas, baratas y muy segmentadas según el público al que se dirigen, permiten que los lectores disfruten periódicamente de las series que luego se recopilarán en tomos. La irrupción hace un par de años de ‘Planeta Manga’, una publicación trimestral con mangas creados por autoras y autores nacionales, vino a cubrir ese hueco, pero sigue siendo un cajón de sastre donde cabe todo tipo de géneros, sin la especialización a la que aludíamos antes. El quid de la cuestión es si los artistas estatales cobran lo suficiente para poder afrontar proyectos de largo recorrido, como sus homólogos japoneses. Esta es una pieza clave en la gramática del manga, donde las secuencias se prolongan durante páginas y páginas, muy lejos de las fórmulas occidentales habituales. Así que, necesariamente, para enfrentarse a estos titánicos esfuerzos, escritores y dibujantes deben estar razonablemente bien pagados.
“Tokyo Revengers”: un manga best seller.
“Tokyo Revengers”: un manga best seller.

2. ¡Cuidado! ¡Apropiación cultural!

La casi infinita variedad temática del manga consigue que cualquier lector pueda encontrar alguno adecuado a sus intereses. Ahora bien, la óptica del relato, inevitablemente japonesa, ese carácter exótico, es otro de los atractivos de estas obras. ¿Está capacitado un artista nacido (o criado) en nuestro país para ofrecer algo semejante? ¿No estamos inmersos en un momento en que, precisamente, lo local en la ficción se ha convertido en garantía de éxito global –véase “El juego del calamar” (2021-) allá, “La casa de papel” (2017-2021) acá–? Así que, en última instancia, ¿cuál es el espacio que puede ocupar un manga nacional? 

3. Bueno, venga, anímense

Vuelvo al principio: el descomunal éxito de “Haykyû!” y “Tokyo Revengers” vino precedido por la popularidad de sus respectivos animes. Esto no es nuevo, claro, los viejos del lugar recordamos lo que significó la serie animada de “Dragon Ball” (1986-1989) para nuestra generación. ¿La industria audiovisual patria estaría dispuesta a apoyar la producción de formatos audiovisuales basados en mangas nacionales? “Virtual Hero” (2018-2020), la serie para Movistar+ basada en el manga de El Torres y Lolita Aldea, alcanzó un éxito notable, pero no ha tenido continuidad. Es el yugo del transmedia.
Y, para finalizar, queda abordar la última frontera: ¿el lector de manga superará los prejuicios para enfrentarse a las obras producidas aquí? Porque, ¿qué queréis que os diga?: dibujo tebeos, y me gustaría que mis compañeras y compañeros (más allá de las editoriales) se beneficiaran del imparable triunfo de este fenómeno. No, si ya: soy un soñador. 

¡Sayonara! ∎