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A caballo entre la ucronía y el what if?, “El labo” (La Cúpula, 2021) traslada la narrativa de las gestas tecnológicas de Silicon Valley a la campiña francesa elucubrando, a partir de un puñado de hitos reales, sobre cómo una pandilla de raritos franceses podrían haber sido pioneros en los años 70 del siglo pasado de la puesta en marcha de avances hoy imprescindibles como el ordenador personal, el teléfono móvil o internet. En manos de un exuberante Lucas Varela (Buenos Aires, 1971), la falsa historia de esta startup setentera escrita por Hervé Bourhis (Chambray-lès-Tours, 1974) parece el sueño en tecnicolor de un Wes Anderson en plena digestión de un banquete de historieta francobelga. El argentino ya había demostrado en “El día más largo del futuro” (La Cúpula, 2017) y “El humano” (La Cúpula, 2020) una especial habilidad a la hora de construir ficciones de fuerte sabor retrofuturista, que sabe encauzar ahora en “El labo” hacia un trabajado esteticismo de época sazonado de innovación.
Más allá del humor algo cenizo y la reconstrucción nostálgica con tiralíneas, “El labo” brilla por un subtexto que va cogiendo carrerilla conforme avanza la obra, y en el que se muestra sin ambages el ninguneo al que se sometía (y se sigue sometiendo) a las mujeres no solo en la práctica totalidad de ámbitos sociales de la época, sino también en un terreno, el de la innovación y la tecnología, que parece querer avanzar en muchos aspectos, pero no en el de la igualdad de género.
“El labo” es un artefacto colorista y vacilón que juega con el choque entre los clichés de la contracultura de los 60 y 70 (la meditación, el culto a la informática, las experiencias cannábicas…) y una Francia funcionarial, burguesa y conservadora. También una fábula agridulce sobre las consecuencias de la ambición y la estupidez masculinas que propina una sonora colleja al discurso triunfal del emprendimiento y el optimismo tecnológico. Y lo mejor es que no hace falta decantarse por una u otra propuesta, ya que ambas funcionan y se complementan. ∎