Permitidme el cliché: asistimos a los últimos coletazos de la pandemia. Tras largos meses de restricciones, la cultura vuelve a salir a la calle a reclamar lo que es suyo (con permiso de las terrazas de los bares, claro). Pese a que todavía nos movemos en un terreno resbaladizo (por el gel hidroalcohólico), el público ha demostrado estar más que dispuesto a participar en las diferentes propuestas presenciales que florecen al sol de la vacunación. Y en este escenario vuelven los festivales, salones y jornadas de cómic.

La pandemia obligó a los organizadores de los eventos a replegar velas y optar por la programación online. La oferta de charlas y encuentros fue variada, y se utilizaron todas las opciones de streaming disponibles. Sin embargo, y pese a lo apetecible del menú, no dejó de ser un parche que a duras penas tapaba los rotos ocasionados por las cancelaciones. En primer lugar, no hubo venta. No hay que olvidar el impacto de las ferias para las cuentas de cualquier editorial, desde las consolidadas a las pequeñas. Y en segundo lugar, la mayoría de estos encuentros cuentan con un apoyo institucional, en ocasiones conseguido tras pelearlo con uñas y dientes, lo que resulta fundamental para su celebración. Apoyos que, no lo olvidemos, requieren una demostración palpable del resultado final, usualmente medido en número de asistentes. Así que la vuelta al espacio físico se hacía imperativa.

Con la llegada de septiembre, comenzó el carrusel de festivales: las jornadas de Autores en Viñetas de Carmona y las Jornadas de Cómic de València coincidieron en el mismo fin de semana. Y a primeros de octubre se celebró el XIX Salón del Cómic de Getxo, una cita que se ha consolidado como ineludible. Hablamos con Borja Crespo, responsable del Salón, que nos dice que el resultado “fue más que positivo, hubo más público de lo esperado y se notaba que la gente, asistentes y estands, venían con ganas”. Respecto a las ventas, la sensación ha sido “buena, todo el mundo quedó bastante contento”. Sin embargo, la celebración de charlas y otras actividades “sigue siendo uno de nuestros caballos de batalla, quizás en Getxo la separación de espacios lastra la asistencia a los encuentros”. Y todo esto, claro está, lidiando con las medidas de seguridad que todavía colean: “La celebración del evento fue al aire libre, con el aforo al 50% en el auditorio y un máximo de 600 personas en el espacio de ventas, incluyendo el personal de los estands, todo esto con mascarilla y gel de manos. El año que viene preveo una vuelta total a la normalidad”.