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Disco destacado

Alvvays

Blue RevCelsius Girls-Polyvinyl-Transgressive-[PIAS] Ibero América, 2022

18. 10. 2022

Bajo

Suscripción

Cinco años ha llevado a Alvvays dar continuación a su segundo disco, el medio ensoñador, medio punk “Antisocialites” (2017), pero lo bueno se hace esperar, y lo extremadamente bueno, aún más. De eso, de extremos, va este “Blue Rev”: el arte pop del grupo nunca ha sonado tan flotante ni tan ruidoso, todo ello en el mismo tema durante casi todo el disco.

También las letras ejercen como contraste en canciones de aire idílico y romántico, pero a menudo dedicadas a exorcizar sentimientos negativos. “Me encantan las melodías que pueden ser dulces, pero me gusta realmente que haya algo de suciedad; un poco de peso emocional y dolor, solo por acabar de hacer algo completo”, ha dicho la cantante y guitarrista Molly Rankin en ‘The New York Times’.

Al parecer, el grupo grabó el disco casi de tirón unas cuantas veces y después retocó el material a conciencia del brazo del ingeniero de sonido y productor Shawn Everett (Kacey Musgraves, The War On Drugs). Preservaron la energía directa, pero no cayeron en el tópico del “capturar el sonido del grupo en vivo”. Les quedaron un puñado de canciones –más que en ningún disco: catorce– llenas de capas sónicas que se descubren con el tiempo o versos que admiten más de una lectura.

Propulsados por una gran nueva sección rítmica, la batería Sheridan Riley (ex Avi Buffalo) y la bajista Abbey Blackwell, Alvvays se abren paso a controlados trompicones en uno de los mejores y más electrizantes repertorios (power) pop escuchados en mucho tiempo. ¿Por dónde empezar? ¿Por el final de “Pharmacist”, ese solo de guitarra absurdamente lúdico? Nada que objetar, pero justo después “After The Earthquake” se postula como verdadero primer clásico del lote: la canción más radiante jamás compuesta sobre ver cómo se llevan a tu novio en camilla mientras al fondo se oye una reposición de “Se ha escrito un crimen” (DEP, Angela Lansbury).

¿Por dónde seguir? ¿Por el imposible juego de capas, nivel MBV, de “Tom Verlaine”, con esas increíbles armonías en forma de bellas interferencias? ¿O por el punch nuevaolero de “Very Online Guy”, respuesta a ese típico listillo, así es, hombre generalmente, que se cuela en tus respuestas en redes sociales para dar alguna lección no solicitada o hacer un chiste funesto? Alucinantes canciones, igual que el doble nocaut emocional de “Velveteen” (“solíamos contarnos todo / y ahora somos barcos que se cruzan en la noche”) y esa elucubración sobre una Lana Del Rey bailable llamada “Tile By Tile” (“nunca debería haberlo llamado amor”).

Ya cerca del final, sin dejar de jugar entre extremos, se pueden lanzar a una atropellada (poco fiable, por tanto) declaración de autoafirmación como “Pomeranian Spinster”, pero luego abrazar lo más bien beatífico en “Belinda Says”, con guiño a Belinda Carlisle en la outro, o la final “Fourth Figure”, bellísima miniatura elevada sobre un baladamentiano órgano de iglesia. Incluso más que de costumbre con ellos, música para siempre. ∎