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En su primer material nuevo en solitario desde “Rival Dealer” (2013) –aquello de “Temple Sleeper”, lanzado en enero de 2015, era un oldie rescatado–, Burial vuelve a demostrar capacidad de sorpresa. Su forma de tratar las atmósferas y utilizar los samples vocales es la habitual, pero esta clase de ascetismo es nueva; casi como en respuesta a lo justamente anterior, que contenía sus cortes más uptempo (“Rival Dealer”, con base fogosa de revival jungle) y pop (“Come Down To Us”) hasta la fecha, se marca ahora un trabajo marcado por la reticencia a satisfacer deseos de catarsis.
Al principio de “Young Death”, el pulso rítmico es casi inaudible. Se imponen en la mezcla algunos sonidos crepitantes, quizá de una ciudad del futuro en llamas, y fragmentos vocales con mensajes de ayuda como “I will always be there for you…”. La segunda mitad (así es, Burial aún estructura sus temas como suites por partes) se apoya en un groove aún más lento e irregular, e incluye sonidos difíciles de identificar, pero fáciles de imaginar en un escenario ciberpunk.
“Nightmarket”, en la cara B, coincide con “Come Down To Us” en sus aires neotrance, solo que en esta ocasión el beat se ha disuelto del todo. Es una colección de arpegios horror synth sin base rítmica, separados por paréntesis de viento y voces aisladas, solitarias, espectrales. Hay una especie de clímax cuando una voz pronuncia “the frontier” y llega un arpegio especialmente intenso, sostenido sobre una especie de barrido casi rítmico. Es fácil imaginar bootlegs que conduzcan “Nightmarket” a otra dimensión, quizá, más eficaz. Y, a la vez, supongo, más vulgar. ∎