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De nacionalidad francesa, aunque con orígenes familiares catalanes (y con residencia en diversos puntos de Cataluña al norte y sur de la frontera hispano-francesa), Pascal Comelade (Montpellier, 1955) es lo más parecido a Marc Ribot que tenemos por estas latitudes: un músico dotado de una amplitud de miras asombrosa y una querencia nihilista por saltarse las normas de los géneros. Aunque en su ingente obra (más de un centenar de discos de todo tipo y con todo tipo de formaciones) predomine el rock y el jazz, lo hacen sin caer en lo habitual. Y, sin embargo, “Le non-sens du rythme”, para romper los mitos en torno suyo, podría ser uno de sus discos más claramente rockeros, comparable a otro disco reciente suyo, “Lo rap mut” (2019), un EP de supuestas versiones (lo son, pero desconcertantemente cambiadas) por donde pasan los fantasmas de los Ramones o los Lords Of The New Church.
Si en ese disco había también un guiño a Chuck Berry (“Roll Over Fuzmanchu”), ahora hay otro: el disco arranca con un “Choni bi gutt” con riffs de guitarra a cargo de otro músico que escapa a las convenciones de los géneros, el tarraconense Xarim Aresté. Por su título, el tema debería recordarnos al clasiquísimo “Johnny B. Goode” de Berry… pero no lo recuerda ni de lejos… entre otras cosas, porque aquí todos los temas son propios.
Cuando se dice que es un disco claramente rockero, es referido a su estructura a base de riffs de guitarra: secuencias breves, repetitivas, con intención de hacernos marcar el ritmo con el pie, que conforman el grueso del disco. Después de “Choni bi gutt” y sus riffs secos, acompañados por percusiones que parecen de marimba y solos nerviosos de guitarra, llega “Skyn saxo derivato”, otra pieza de características similares, que nos anuncia que el ostinato es lo que define un álbum imperioso, seco, conciso, que cuando cambia la guitarra por su equivalente al piano nos recuerda, por su lenguaje entre minimalista y barroco, a Wim Mertens o a Michael Nyman. Es el caso, por ejemplo, de “Musique hypertrophique des remontoirs”, pieza situada en el medio y que se repite, con el doble de duración, como último tema del disco y otro título: “L’orgie parisienne”, en el que aparece René Vienet –el editor, cineasta y sinólogo que formó parte de la Internacional Situacionista– recitando el poema “L’orgie parisienne ou Paris se repeuple”, del poeta simbolista Rimbaud. Lo curioso es que Michael Nyman incluía en su álbum “Songbook” (1992), con Ute Lemper, dos piezas basadas en el mismo poema de Rimbaud con músicas muy distintas a las de Comelade.
Disco de colaboraciones, Lalo “Malo” López, el guitarrista, productor y agitador funk barcelonés –exintegrante de Fundación Tony Manero y Achilifunk, entre otras bandas–, aparece en “Nothing But U”, el tema más largo del disco, once minutos y medio, en el que se dice que la voz que se escucha es un breve sample del artista dadaísta Kurt Schwitters, interpretando su famoso poema fonético “Ursonate”. De los amigos franceses de Comelade, aquí están, también, el veterano trompetista y actor francés Jac Berrocal y Tony Truant, guitarrista de la banda punk francesa Les Wampas, que participan en “Apparittion du visage de Bela Lugosi sur une tranche de salami”, otra variante de la contumacia rítmica del disco, que alcanza el paroxismo con otro tema titulado con un juego de palabras, “Sea yu l’ether arigato”. La pieza comienza con la voz de un viejo amigo de Comelade, el fallecido Víctor Nubla, extraída de una casete de 1985, y otro solo de guitarra de Xarim Aresté. El comienzo es lento, pero enseguida coge vuelo, insistente y frenético, y se convierte en uno de los más infecciosos y adhesivos del álbum.
Solo se escapa de esa definición “Cimetière de la photographie”, una preciosa pieza para piano y violonchelo, acreditado este último instrumento a Fakir Trémolo (colaborador en otras grabaciones de Comelade, pese a la pinta de alias que se gasta). Si buscas un álbum que combine a la perfección rock y minimalismo canónico (el del Philip Glass de los 70), este es, sin duda, tu disco. ∎