No es por tirar piedras en tejado propio, pero el tema de las listas... Vivimos una época en la que lo mejor del año no lo deciden los medios convencionales. No al menos para los más jóvenes. Lo decide mucho más Alec Molon y su rewind, que compite en España y Latinoamérica con el resumen del mismo YouTube (y aspira a colarse en los vídeos con más likes de la plataforma): premio 2020 para el meme “perro fuerte vs. perro débil”, El Dandy de Barcelona, el papel de váter y el subidón de –viva los ataúdes– “Astronomia” (Tony Igy).

Sí, este ha sido el año del stream. Muchas horas en casa. Y no podía acabar de otra forma: con un festival sin escenario físico ni entradas. La cultura internet en un mismo line up, en un mismo espacio (como mandan los cánones, cada uno desde su habitación). GGUP se ha convertido en el primer macrofestival nacional de la nube y en la nube. En la plataforma Twitch, el evento reunió el 19 y 20 de diciembre a los principales referentes del casteo (narración de videojuegos), el gaming, el freestyle o la música. Unos ídolos que este año salieron de los smartphones de los adolescentes y se auparon como personalidades mediáticas mucho más transversales: si Ibai Llanos no es la voz cavernosa de tus pesadillas, has vivido 2020 en una cueva sin conexión wifi (no hubiese estado mal).

El GGUP hizo convivir durante dos jornadas a freestylers (Skone, Chuty o Bnet), creadores de contenido, pros de “League Of Legends” y, he aquí la auténtica novedad, músicos. En el apartado streamers, el cartel no tenía parangón: El Rubius, Auronplay o Willyrex. Primera división. Pero ya había experiencias parecidas a iniciativa de los mismos creadores de contenido: festivales de “Fornite”, mil directos de “Among Us”… Con lo musical se sumó una pieza inédita al puzzle. Y hubo una transición interesante. Kidd Keo, nativo youtuber, actuó –entre otros– el sábado. Pero el domingo fue para Mala Rodríguez, incomprendida como estos nuevos adalides, pero unos años atrás; cuando algunos ni siquiera habían nacido.

Más allá de ver a Alphasniper pegando tiros en “Call Of Duty” (COD), era interesante cómo su mismo público interactuaba con otros creadores y artistas: Twitch es una plataforma gamificada, donde los espectadores forman parte de la experiencia. El chat es un festival en sí mismo. El gran reto que se marcó GGUP fue unir a posibles compradores de entradas físicas para conciertos –como el citado de Mala Rodríguez– con personas que ya consumirían de normal los streams de los creadores de contenido del cartel en los canales de cada uno de ellos. Funcionó. Hubo trasvase. Muchos de los que comentaban COD se quedaron también a ver a Morad: fuego y gg (good game) en el chat. El del Hospitalet tuvo una de las actuaciones más destacadas. “Cuidadito”. Pico-tres.

Miguel Morán, director del proyecto, para el que han trabajado unas 60 personas, se da por satisfecho con el experimento. “Cuando entró El Rubius, vino mucha gente que estaba en su canal. Y mucho de su público se mantuvo en los conciertos”, dicta el también exdirector del Festival Internacional de Benicàssim. ¿Tenían miedo que los streams y la música no funcionaran igual de bien? “Ibai, por ejemplo, ya ha estado con Kaydy Cain, y con C. Tangana también. Ya se está empezando a integrar todo”.

El festival, que se celebró de forma ininterrumpida durante más de ocho horas cada tarde, congregó a un total de 800.000 espectadores. Como manda el story, promiscuidad de la buena, la gente fue conectándose en diferentes momentos: las jornadas empezaban flojas, poco más de 4000 espectadores, pero a medida que avanzaban, sumaban espectadores. 12.000 de media. El pico llegó con “El impostor” de El Rubius, que se fue a los 67.000 viewers.

Los creadores de contenido se despacharon a gusto en todo momento, una de las claves para unos perfiles que manejan cifras tan descomunales en sus propios canales y que no tendrían por qué casarse proyectos en los que no confíen. En ese sentido, tuvo un papel clave –asegura Morán– la relación con Vizz Agency, agencia de representación con quien la mayoría de ellos trabajan.

El GGUP confirmó lo que ya apuntaba 2020 y que el coronavirus acabó de llevar arriba: el stream es uno de los futuros. De hecho, el director asegura que el festival ya estaba pensado para antes de la pandemia, ¡y en vivo! Devolver a internet un producto que ya era de internet no fue difícil. A la espera de concretar nuevos partners y encontrar una forma estable de negocio, el festival quiere apostar por hacer varios eventos al año e incluir otras de las tendencias de más pegada en las plataformas: deportes como el parkour y mucho más. YouTube y Twitch son infinitos y se echaron de menos más creadoras de contenido.

Todo apunta a que habrá nuevas oportunidades para incluirlas. Porque aquí no hay debate sobre la cosa real, el livestream como substituto o no de la experiencia física. La experiencia ya es digital y llegó para quedarse, también en edades pospúber. El mecanismo es fácil y goloso: picotear de aquí y de allá, engancharte a un live en vez de currar, ponerte una partida de “League Of Legends” fregando platos o comentar en el chat que Morad es el mejor de los loots (botín) mientras estás en el lavabo. ∎