No contento con haber sorprendido a seguidores y detractores con un monumento llamado
“New York” (1989) y después de haber rematado la jugada con un no menos excelente
“Songs For Drella” (1990), el viejo
Lou Reed, a punto de cumplir los 50, ha vuelto a la carga con un álbum absolutamente desbordante en inspiración literaria y musical que se editará en todo el mundo el próximo 7 de enero, después de que la discográfica no viera con buenos ojos la crudeza que preside el disco y decidiera retrasar la fecha prevista, que en un principio era para antes de las Navidades, hasta después de fiestas, por aquello de no amargar al personal la posible compra y, especialmente, para asegurar esta. Claro que el tema sobre el que gira este
“Magic And Loss” se las trae: su majestad la muerte.
Enfermedades incurables, automutilaciones definitivas, agonías alucinantes, funerales protocolarios, cenizas navegantes, arrepentimientos post mortem, venganzas del más allá… La verdad es que la cosa, a priori, no parece nada agradable, sobre todo en estos tiempos de ludópata e iconoclasta ambigüedad que nos ha tocado vivir. Pero ahí está el disco, expuesto con toda su desnudez y con toda su poesía, en la música y en la voz de quien para esta ocasión ha devenido trovador de Tánatos.
Reed canta, recita, murmura, habla de muerte. Pero también trata con magos (
“Magician”) o busca la fuerza y el poder (
“Warrior King”), aunque siempre acabe volviendo al mismo punto de partida –o, mejor, de llegada–: el adiós a todo, el enfrentamiento con la nada. Y para llevar a buen puerto la empresa, que tiene lo suyo de romántica, ha contado con los mismos colaboradores que lo acompañaron en “New York”: el guitarrista Mike Rathke, que ha coproducido el disco junto al propio Reed y también es coautor de algunos temas, el bajista Rob Wasserman y el batería Michael Blair. Con ellos se ha bastado y se ha sobrado para bordar –con hilo negro, por supuesto– una obra en la que abundan las instrumentaciones mínimas, frágiles, meros apuntes y melodías sobre los que se apoya la voz de Reed, una voz templada y cercana que explica cosas como esta: