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Serie

Happy Valley

Sally Wainwright

(T3, Movistar Plus+)

09. 02. 2023

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Sylvia Plath descansa en el pequeño cementerio de la iglesia de St. Thomas, en Heptonstall, a quince minutos de bucólico paseo desde Hebden Bridge, las tierras en las que creció e inspiraron algunos de los poemas de Ted Hughes. En el mismo cementerio también reposa Becky, la hija de Catherine Cawood, el espectro omnipresente en las tres temporadas de “Happy Valley” (2014-2023), una de las series británicas más aclamadas de los últimos años, que ahora ha llegado a su final.

Sally Wainwright, su showrunner, nació en Huddersfield y creció en Sowerby Bridge, una de las localidades del valle del Calder, y encontró en este degradado paraje de la Inglaterra posindustrial el enclave ideal para dar forma a un thriller policíaco que se escapa de la convencionalidad y donde da vida a su protagonista, la sargento Cawood (Sarah Lancashire) –una detective que volvió a ponerse el uniforme para poder cuidar a su nieto–, que desmonta los arquetípicos héroes policíacos.

Lejos del espejismo que es Hedben Bridge, el instagrameable puente que le da acceso y nombre, sus acogedoras calles y sus cuquis independent coffee shops (ni rastro de Costas ni Starbucks), el reverso de la postal del valle del Calder esconde una de las áreas más degradadas del país, con un desempleo crónico y un problema endémico con las adicciones al alcohol y a la droga barata, la que fríe cerebros y mutila extremidades, en una zona con amplia tradición criminal que cuenta hasta con su propio destripador y este con su propia docuserie: “El destripador de Yorkshire” (Jesse Vile y Ellena Wood, 2020).

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A lo largo de las tres temporadas de “Happy Valley”, Catherine Cawood se enfrenta a muchas tragedias que gestionar: el peso del suicidio de su hija embarazada tras una violación, el cuidado de su nieto Ryan, su divorcio o la convivencia con su hermana toxicómana, Clare. Es muy posible que sin la imperfecta y llena de zonas grises Cat, Kate Winslet nunca hubiera interpretado a la sargento Marianne en “Mare Of Easttown” (Brad Ingelsby, 2021). Sin embargo, Catherine mantiene su gran lucha con el violador de su hija y padre de su nieto, Tommy Lee Royce (James Norton), de nuevo en la calle tras cumplir su condena, punto de partida de la serie, estrenada en 2014.

La producción policíaca británica durante los últimos años ha dejado series remarcables como “Line Of Duty” (Jed Mercurio, 2012-), “Unforgotten” (Chris Lang, 2015-), “Broadchurch” (Chris Chibnall, 2013-2017) o “La caza” (Allan Cubitt, 2013-2016), todas muy pulcras. Donde se desmarca y sobresale “Happy Valley” es en su uso de la cotidianidad, en su retrato de una Inglaterra desgarrada que combina lo mejor del género criminal con el cine social británico y la telenovela: Wainwright ha escrito para “Coronation Street” (Tony Warren), en emisión desde 1960. Por encima de todo, la serie es un elogio de la normalidad, de la vulgaridad y hasta de lo feo. También un crudo retrato del mal cotidiano sin estetización ni la condescendencia del que suele narrar situaciones dramáticas en zonas decrépitas desde una atalaya. Y todo marcado siempre por la escritura de Wainwright, su sarcasmo, su inteligente sentido del humor, que despliega diálogos desternillantes en un abanico que va de los robos de ovejas a tirarse pedos durante el yoga.

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Las tramas criminales y las historias personales de unos personajes siempre marcados por el trauma se entrelazan con total normalidad en “Happy Valley”. Un secuestro con tintes fargonianos (inútiles perpetradores y determinantes casualidades), el tráfico de drogas legales y no legales o de personas, la constante violencia contra las mujeres en todas las esferas imaginables o la enclitofilia de la segunda temporada transcurren siempre ligadas o paralelas a la constante presencia y amenaza de Tommy y al deseo, rozando la obsesión, del pequeño Ryan para saber de su padre biológico.

Tras dos temporadas en dos años, “Happy Valley” regresó el primer día de 2023, casi siete años después, con seis nuevos episodios, el último emitido el pasado fin de semana (en España, anteayer). Un paréntesis que no responde a cuestiones de producción sino de trama. Sally Wainwright ha dejado crecer al pequeño Ryan y ahora, ya convertido en un adolescente, se enfrenta a su pasado y encara su futuro en un viaje destinado, irremediablemente, hacia la tragedia o la redención. ∎

El valle de la (no) felicidad.
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