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Pharoah Sanders, en 1985. Foto: Frans Schellekens / Redferns (Getty Images)
Pharoah Sanders, en 1985. Foto: Frans Schellekens / Redferns (Getty Images)

Fuera de Juego

Pharoah Sanders, el hombre que cazó la atmósfera

El nombre de Pharoah Sanders (1940-2022) siempre estuvo ligado al de John Coltrane, y así se reconoció tras su fallecimiento el pasado 24 de septiembre en Los Ángeles. Además, estaba considerado uno de los abanderados del free jazz. Volvió a la actualidad por su participación –considerada fundamental– en Promises”, junto a Floating Points y la London Symphony Orchestra en 2021, álbum multipremiado más allá del jazz. Un saxofonista que no necesitaba reivindicación alguna. Él, como los mejores, era jazz en movimiento. Más información sobre Pharoah Sanders, en este artículo.

27. 09. 2022

Por poner una baliza en algún punto de la línea temporal, recordemos que Charlie Haden –que murió en 2014– había ingresado a finales de los años 50 en el combo de Ornette Coleman, quien falleció en 2015. Las defunciones mencionadas no solo han sido una pérdida para la música en general y para el jazz en particular; también han hecho mella en un segmento de esa expresión cultural afronorteamericana llamada free jazz.

Desde esa fecha de referencia, es una constante la caída de músicos ilustres, respetados por sus colegas: algunos en activo y otros lamentablemente apartados de los escenarios y sin posibilidades reales de grabar. Los menos, como es el caso que nos ocupa, tuvieron la fortuna de volver. Ocurrió con Pharoah Sanders, abanderado del jazz espiritual y los sonidos atmosféricos, gracias a “Promises” (Luaka Bop, 2021). No solo eso, el saxofonista fue un compositor y bandleader –cuando la ocasión lo permitía– de primer orden.

Nacido como Farrell Sanders en Little Rock (Arkansas) en 1940, inició su carrera en Oakland (California), donde pretendía ser pintor. En 1962 se mudó a New York. Lo pasó mal, pero siempre encontró dónde y con quién tocar. En 1964 empezó a colaborar con Sun Ra, que lo instó a cambiar su nombre –Pharoah por Farrell– antes de convertirse en miembro del combo de John Coltrane, con quien colaboró entre 1965 y 1967, hasta la muerte del autor de “A Love Supreme” (1965). Sanders siguió vinculado a Impulse!, sello que prácticamente puso en el mapa a Coltrane, hasta 1973.

Pharoah Sanders, en 1968. Foto: Gilles Petard / Redferns (Getty Images)
Pharoah Sanders, en 1968. Foto: Gilles Petard / Redferns (Getty Images)

La revista señera del jazz, ‘DownBeat’, que se edita desde 1934, recuerda en su obituario dedicado a Sanders el doble éxito del saxofonista sureño el año pasado: “His last album, ‘Promises’, with Floating Points and the London Symphony Orchestra, was named the ‘Beyond Album Of The Year’ in the 2021 DownBeat Critics Poll”. Además, una premiada grabación de John Coltrane en 1965 –“A Love Supreme. Live In Seattle” (2021)–, que también contó con la participación de Sanders, fue designada como “Álbum histórico del año” en la encuesta de críticos de ‘DownBeat’ en 2022.

El sentido de “Beyond Album Of The Year” es muy específico, ya que sitúa el álbum más cerca del canon. El término “beyond” se aplica a determinadas grabaciones que han ido más allá de lo que se espera en su género o en su país o territorio geográfico de origen. De similar opinión fue ‘Pitchfork’ al situar el disco en la cuarta posición de una lista similar de 50 referencias escogidas en 2021. El exigente diario británico ‘The Guardian’ otorgó al disco la máxima puntuación: las clásicas cinco estrellas. Por su parte, Rockdelux lo escogió como el segundo mejor álbum internacional del año pasado.

Época Impulse!
Época Impulse!

Si para la audiencia más joven Sanders pudo ser un descubrimiento a partir de “Promises”, el audiófilo más veterano sabe que el instrumentista está ligado a diferentes personas, discos y maneras de hacer. Con el tiempo seguramente se abrirá el foco. Pero Sanders –en las buenas guías, compilaciones y estudios de jazz– está ligado a la figura de un tótem como John Coltrane –el álbum “Ascension” (1966), entre otros, así lo atestigua– y, en menor medida, a su viuda, Alice Coltrane. Eso en lo que se refiere a tareas de sideman. Buena parte de algunos de sus mejores momentos discográficos acontecieron en proyectos dirigidos por otros músicos.

Como líder, “Karma” (Impulse!, 1969) fue su pináculo, en el que desarrolló su jazz espiritual y su interés por sonoridades que remiten a África. Sanders se comprometió con el lirismo y su conocimiento inherente de la respiración oriental y las técnicas modales abiertamente aplicadas en “The Creator Has A Master Plan”, considerada específicamente su gran obra, con una duración superior a la media hora. En ella, Sanders consiguió soplar con furor, rastrear sonoridades no habituales entonces y, luego, descender de la atmósfera como una dulce balada. En una de sus pocas entrevistas concedidas, el compositor de “Journey To The One” (Theresa, 1980) resaltó la querencia de Coltrane por ese tipo de interpretaciones, las baladas, que bañan el songbook estadounidense. Existe un grabación posterior de “The Creator Has A Master Plan” en la que el saxofonista sureño incluso canta. Es de mucha menor duración, más accesible, pero igualmente está asida al jazz atmosférico; se trata de  “In The Key Of The Universe” (2019), de su amigo Joey DeFrancesco (1971-2022), uno de los mejores organistas de Hammond B-3, fallecido repentinamente en agosto pasado. El saxofonista intervino en dos piezas más. También participó otro grande, el batería Billy Hart, que ya estuvo en el primer registro.

Pharoah Sanders, en 2014. Foto: Erika Goldring / WireImage (Getty Images)
Pharoah Sanders, en 2014. Foto: Erika Goldring / WireImage (Getty Images)
Sanders, considerado epítome del jazz espiritual, acostumbraba a pelearse con las boquillas, pues le daban problemas a la hora de soplar. Y siempre estuvo a la búsqueda de ese sonido que rebasó el jazz modal imperante en los años 60 del pasado siglo. También manifestó que su relación con Sun Ra y John Coltrane era coincidente en un hecho peculiar: el de no hablar. Simplemente, tocar. De esa manera, asegura, se entendían: “Muchas veces no sé lo que quiero tocar. Así que empiezo a tocar y trato de hacerlo bien, y hacer que se una a algún otro tipo de sentimiento. Por ejemplo, si toco una nota, tal vez esa nota signifique ‘amor’. Y luego otra nota podría significar otra cosa. Sigo así hasta que se convierte en algo hermoso”, dejó dicho en 2020 a un medio de su país. ∎

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