Por Santi Fernández→
04. 02. 2021
¿Cómo se define lo indefinible? Después de una década de sobreexplotación, procede plantearse acotar cuáles han sido los momentos clave de lo que se vino a llamar bedroom pop. En esta selección caben la desolación autodestructiva de Elvis Depressedly, la melancolía de foro de internet de salvia palth, la delicadeza (casi) ASMR de Free Cake For Every Creature –la primera versión de “All You Gotta Be When You’re 23 Is Yourself”, de “Moving Songs” (2015)–, la deconstrucción del pop hipnagógico de Charles o la dulzura melódica de Frankie Cosmos. De “1914” de Florist, escogemos la versión de su primer álbum, “The Birds Outside Sang” (2016), no la del EP/K-7 previo, “Six Days Of Songs” (2014). El nexo en común está en la hiperactividad creativa, la inmediatez y el juego entre texturas acústicas y tratamientos digitales de baja fidelidad. En un subgénero plagado de proyectos paralelos y apócrifos cuesta hacer una genealogía coherente. Vaporoso, cándido, de herencia emo, el bedroom pop se ha acabado colando en el mainstream a través del corazón de una generación.
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