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Rick Spataro abrazando a Felix Walworth, y Jonnie Baker abrazando a Emily A. Sprague. Foto: Carl Solether
Rick Spataro abrazando a Felix Walworth, y Jonnie Baker abrazando a Emily A. Sprague. Foto: Carl Solether

Entrevista

Florist: “Siempre hemos querido emborronar las fronteras entre el indie rock/folk y la música experimental”

Con su álbum homónimo de 2022, el proyecto indie pop-folk liderado por Emily A. Sprague se fusionó como nunca con la experimentación y ese lado ambient que su jefa cultiva en solitario. “Florist” es un álbum de comunión entre géneros, entre los miembros de una banda, entre el hombre y la naturaleza y una artista y la vida. Ella nos lo explica poco antes de la gira española que esta semana hará escala en Madrid (23 de marzo, Teatros del Canal), Valencia (24, Loco Club) y L’Hospitalet de Llobregat (25, El Pumarejo).

20. 03. 2023

Emily A. Sprague empezó grabando la música más solitaria del mundo: el bedroom folk íntimo e intenso de las referencias que colgó en Bandcamp entre 2011 y 2012, año en que cerró su capítulo autosuficiente con un miniálbum, “Explorations”, que ya desde el título vaticinaba un futuro hecho de aventura. Tras abrir la puerta a los multinstrumentistas Rick Spataro, Jonnie Baker y, algo más adelante, Felix Walworth, bautizó su proyecto musical como Florist. Discos a reivindicar como “The Birds Outside Sang” (Double Double Whammy, 2016) e “If Blue Could Be Happiness” (Double Double Whammy, 2017) abundaban en flores raras, en delicadezas pop-folk con injertos de experimentación. Pero para escuchar a Sprague desarrollar realmente sus instintos más libres, había que acudir a sus discos ambient en nombre propio, empezando por “Water Memory” (Autoeditado, 2017) y acabando, solo por ahora, en el compartido con Hypnotic Brass Ensemble “This Is A Mindfulness Drill” (Jagjaguwar, 2021).

Hace ahora seis años, Emily necesitó un tiempo a solas, otra costa (de Brooklyn saltó a Los Ángeles) y canciones enteramente propias para procesar la muerte de su madre. “Emily Alone” (Double Double Whammy, 2019) sonaba a tercera etapa del duelo, a negociación. El reciente “Florist” (Double Double Whammy, 2022) suena ya más a la quinta: la aceptación. La artista está de acuerdo: “Las canciones de este último disco son exactamente eso. La celebración de la aceptación de todo lo que la vida puede mostrarnos. De modo que para mí el disco es, en realidad, feliz, aunque la oscuridad lo recorre de principio a fin”.

Cuadrando la intuición entre el indie rock-folk y lo experimental. Foto: V Haddad
Cuadrando la intuición entre el indie rock-folk y lo experimental. Foto: V Haddad

Esa oscuridad tiene forma, sobre todo, de sonido escurridizo, inasible y a veces nublado, a veces literalmente lluvioso, como nos explicará Sprague más adelante. En el disco se fusionan como nunca los instintos más pop y más experimentales de nuestra entrevistada. Para ella es “la culminación de lo que hemos ido desarrollando como banda durante los últimos diez años”. Banda, recordemos, banda. En sus respuestas a través de correo electrónico, una tormenta de invierno neoyorquina ha ido dificultando nuestra comunicación por otras vías, Sprague habla constantemente de su grupo, de sus chicos, e insiste en alejarse de la idea de Florist como “Emily a solas” o bandautora. También de la idea del álbum “Florist” como punto de encuentro entre dos teóricas carreras personales: “Mucho del material son composiciones de Jonnie Baker, y el resto son duetos o colaboraciones entre los cuatro al completo. Siempre nos han interesado los sintetizadores y hacer algo que emborronase las fronteras entre el indie rock-folk y la música experimental”, escribe.

Pero nunca antes se habían sumergido tan de lleno en lo segundo. Según Sprague, todo surgió de forma intuitiva y no hizo falta sentarse alrededor de ninguna mesa para trazar ningún plan maestro: “Simplemente sabíamos que queríamos pasar tiempo juntos en un espacio reducido, trabajando en nueva música. Yo tenía compuestas algunas canciones sobre temas como el hogar, la familia y, en general, la búsqueda de significado que rige nuestras vidas, pero todo lo demás llegó de forma natural entre nosotros cuando estábamos haciendo el disco. Florist es algo muy intuitivo; no planeamos demasiado y no le damos muchas vueltas a las cosas cuando las hemos dado por acabadas”.

“Las canciones de este último disco son la celebración de la aceptación de todo lo que la vida puede mostrarnos. De modo que para mí el disco es, en realidad, feliz, aunque la oscuridad lo recorre de principio a fin”
Emily A. Sprague

Al escuchar canciones tan sensibles, tan susurradas como “Red Bird Pt. 2 (Morning)”, con esas palabras de consuelo para un padre viudo (“ella está en el canto de los pájaros, nunca se irá”), o “Spring In Hours”, homenaje al amor y la apertura de espíritu, se puede tener la sensación de estar colándose en una intimidad ajena. De ser el espectador privilegiado de la intimidad de cuatro amigos. Bueno, Sprague suele ir mucho más allá y hablar de “familia”. Quien conecte con la energía del disco sentirá que ha encontrado a cuatro amigos o que tiene a una familia alternativa. ¿Ha sentido Emily esta clase de cercanía con algún artista-disco en particular? “‘Neighborhoods’, de Ernest Hood, siempre me ha dado una sensación increíble de lugar, tiempo, nostalgia. Es un disco bastante antiguo, de 1975, que fue reeditado recientemente y todavía no acaba de estar lo bien valorado que debería”. Sigo tirando de este hilo para preguntarle por Frankie Cosmos, cuyas baladas siempre me han recordado a Florist. “Somos amigos de toda la vida y muy fans de las canciones de Greta, e incluso giramos juntos hace muchos años”. Sabía que algo había.

La comunión que escuchamos en “Florist” no es solo entre los miembros del grupo, o de Sprague consigo misma, sino entre los cuatro y la naturaleza. “Estuvimos de acuerdo de forma unánime en grabar medio en exteriores”, dice Sprague. Esa decisión nada discutida es la que llevó la lluvia y los grillos al repertorio: “Los sonidos ambient de nuestro entorno son parte del disco porque decidimos grabar en un espacio expuesto, muy diferente al entorno de un estudio. Soy de la convicción de que la música es algo natural. Está bien tener el control total en el contexto de un estudio, pero para este disco queríamos que las cosas fueran más vulnerables, más orgánicas”.

Vídeo de la grabación de “Florist” (2022) en Hudson Valley (Nueva York).

El disco fluye realmente de forma orgánica, natural e invisible; ha sido concebido claramente como una obra unitaria. En tiempos de escucha fragmentada, Sprague sigue prefiriendo los álbumes. “Casi nunca escucho ‘playlists’”, asegura. “Para mí un álbum es como un libro o una peli; no cambiarías a otro a mitad de camino. Dicho esto, no creo que escuchar una ‘playlist’ esté mal o sea una experiencia desdeñable en según qué contexto”. Es fácil dar con temas de Sprague en las populares playlists ambient de Spotify, codo con codo con muzak medio anónimo, algo que a ella no le molesta. “Una vez comparto mi música no quiero controlar cómo la disfruta alguien”, dice en otra muestra de amor, apertura y tolerancia.

Quienes acudan a los inminentes conciertos de Sprague y amigos descubrirán algo “más minimalista de lo que podrían esperar tras oír el disco”, avanza Sprague. “Cada uno tocamos un solo instrumento y usamos las dinámicas y el espacio para dar forma a una actuación vulnerable pero sintonizada, entre nosotros, pero también con el público”. Si “Florist” es un documental sobre una banda comulgando consigo misma y su entorno, cada concierto de su gira es “una versión de lo mismo”, dice Sprague, en la que los sonidos naturales son reemplazados por “los del espacio donde tocamos y la gente que comparte ese momento en el tiempo con nosotros”. ∎

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