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¿Hasta cuándo los preocupados músicos habrán de perder tiempo esperando la llegada de sus instrumentos extraviados por las compañías aéreas? Cuando una apretada agenda se encaja durante el mismo día en que se vuela es a lo que nos exponemos todos los eslabones de esta industria, o la del cine, dando por supuesto que funcione de manera similar. El caso es que hubo que esperar para poder entrevistar a un tranquilo Claudio Simonetti durante veinticinco minutos, sin pausa ni miedo. Y en italiano.
A pesar del contratiempo, el hombre tras el nombre que precede al genitivo sajón en la última encarnación de Goblin llegó sonriente a la Filmoteca Regional Francisco Rabal de Murcia. Es la sede de SOMBRA, un festival de género –horror e fantascienza– dinámico, cercano y gamberro que desde 2012 ofrece aliciente para melómanos encargando a un artista de la Región de Murcia la creación de nueva música para ser interpretada frente a la proyección de una mítica película muda. Nada nuevo, pero sí disfrutón y (casi) siempre plausible. Memorable el caso de Los Amigos de los Animales versus “Nosferatu” (1922), conmemorando el centenario de la obra de Murnau, y que afortunadamente grabaron al término de su minigira, prometiendo editarlo en vinilo próximamente.
Una práctica habitual, esta del festival, que, como todas, está hecha para modificarse. Permitiéndonos así, por ejemplo, asistir en directo a la recreación de una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine, situada en el top 10 de Rockdelux. La película de culto “Suspiria” (Dario Argento, 1977) seguramente no sería la misma sin el score registrado a nombre de Goblin, el grupo cofundado por Simonetti en 1973 junto al guitarrista Massimo Morante, fallecido en junio de 2022.
Hablamos de una cinta con (pocos) diálogos, primera parte de la trilogía denominada “Las Tres Madres”, con un Miguel Bosé ejerciendo de sex symbol como primer bailarín, con una atmósfera anticipativa a la creada tres años más tarde por Stanley Kubrick en “El resplandor” (1980), con un pianista ciego devorado por su lazarillo, con una vieja de la plata y un niño satánico, con una recta institutriz y un médico nazi… y con una bruja: la primera madre.
Para hacer más memoria, mejor comenzar por los inicios. “Tras finalizar el servicio militar, probamos suerte por Inglaterra llamándonos Oliver, con el bajista Fabio Pignatelli y el baterista Carlo Bordini, pero fue al volver a casa cuando la discográfica donde trabajaba mi padre nos firmó nuestro primer contrato y pudimos debutar con el disco homónimo de Cherry Five, nombre al que por entonces cambiamos”, explica Simonetti sobre aquellos primeros pasos. “Nuestro productor era Carlo Bixio, quien también trabajaba como editor para Sergio Leone o Dario Argento, entre otros. Este último acababa de finalizar ‘Rojo oscuro’ y, aunque ya tenía al gran jazzista Giorgio Gaslini componiendo la música, quería un grupo de rock como Pink Floyd, Genesis o Deep Purple para las partes no orquestales. En su lugar, Bixio le propuso que nos escuchara en el estudio y, aunque éramos unos críos inexpertos, le gustamos. Con la suerte añadida para nosotros de que, por diferencias con el director, Gaslini abandonó el proyecto dejando los temas principales sin escribir. Aquel disco, que fue grabado tan solo en una semana, resultó ser un éxito de ventas en Italia”.
La siguiente colaboración entre Goblin y Argento se daría al tiempo que en el planeta Tierra se estrenaba la célebre saga “La guerra de las galaxias. Episodio IV: Una nueva esperanza” (1977), de George Lucas. “Para ‘Suspiria’, bajo la supervisión –que no cocomposición– de Dario, tuvimos dos meses y nos permitimos experimentar. Pienso que creamos lo más innovador de nuestra carrera”, afirma. Además, fue su mayor éxito en los Estados Unidos: “E incluso en Japón. Piensa que el álbum ‘Profondo rosso’ lo conocieron como ‘Suspiria 2ª parte’”.
Por asociación de ideas, terminamos comparando al desaparecido Ennio Morricone con el neoyorquino John Williams. “Son músicos completamente diferentes. Nuestro Morricone tenía una fuerte intuición, era muy creativo y escribió piezas muy bellas y particulares, pero el otro pertenece a otra tipología de compositor y pienso que dentro de medio siglo seguirán escuchándolo, como a Beethoven o cualquier otro genio. Es mi favorito a la par que Bernard Herrmann”.
Si bien las notas de Williams son inmediatamente identificables popularmente, sería oportuno recordar que su paisano Herrmann es el creador de impresionantes partituras para “El hombre que vendió su alma” (William Dieterle, 1941) y “Ciudadano Kane” (Orson Welles, 1941), para la icónica “Ultimátum a la Tierra” (Robert Wise, 1951) incursionando tempranamente en la música electrónica, y para la obra maestra “Psicosis” (Alfred Hitchcock, 1960) como mejor ejemplo de la prolífica simbiosis artística que tuvo con el realizador británico. Incluso ese inquietante jazz que suena en “Taxi Driver” (Martin Scorsese, 1976), concluido la misma noche en que murió, lleva su firma. Después de ser galardonado en el Festival de Sitges 2022 con un premio de reconocimiento a toda su labor, recibir en Murcia una distinción honorífica con el nombre de Herrmann como gratitud a los mitos musicales del cine fantástico y de terror y notarlo aparentemente más agradecido que orgulloso honra a nuestro entrevistado.
Hablamos también de compositores famosos por su relevante uso de teclados y sintetizadores, y se hace inevitable que salga el nombre del griego Vangelis, también fallecido recientemente. “A mí me parecía un verdadero talento. Desde niño lo seguía en Aphrodite’s Child, junto al llamativo cantante Demis Roussos y un baterista, aquel tercero a quien nadie recuerda. Evángelos Odysséas Papathanassíou era absolutamente uno de los más grandes. Yo diría a la altura de Giorgio Moroder, aunque sean muy distintos entre ellos”. Y, divagando un poco, aprovecha también para reivindicar las bandas sonoras de algunas películas producidas por la productora Hammer, sin llegar a recordar en el momento el nombre del fundamental James Bernard.
Al septuagenario Claudio Simonetti (guitarra acústica y teclado con samplers de Minimoog y Mellotron) desde hace poco lo acompañan músicos entre treinta y cinco y cuarenta años. Se trata de Daniele Amador (buzuki), “el matador de la guitarra eléctrica”; Federico Maragoni (percusiones), “quien nos recrea los inquietantes efectos vocales”; Cecilia Nappo (bajo eléctrico), “la mejor en mi instrumento favorito”; más el productor Giuseppe Ranieri: “Es mi amigo y técnico de sonido desde hace cuarenta y cinco años. Lo puedes encontrar en los créditos de muchos discos de la Carrà. A ellos les gustaba mi música y a mí me encanta aprender de las nuevas generaciones”. Sin duda, la juventud mezclada con la experiencia es una buena fórmula.
Cuenta que, con esta nueva formación y aprovechando el cuadragésimo quinto aniversario de “Suspiria”, regrabaron los temas originales pero reorganizados en un estilo más prog: “Teníamos previsto ir de gira por América, pero no me parecía justo mostrar en vivo el mismo disco que ya se conoce de Goblin, cuya versión original es lo que sí tocamos en directo durante las proyecciones. Por eso pensé en rehacerla como una nueva partitura, de esta manera quien quiera puede elegir entre lo viejo o lo nuevo. Hemos intentado hacer algo diferente”. Inevitablemente algo que recuerda a lo anunciado por Roger Waters respecto al quincuagésimo aniversario de “The Dark Side Of The Moon” (1973): regrabarlo según su punto de vista más politizado, pese a borrar las huellas de sus por entonces camaradas. “Mira, cuando se propone una nueva versión de algo me puede parecer interesante, pero si lo que se hace es algo muy parecido no creo que sirva para nada. Según mi parecer, él era la verdadera mente de Pink Floyd y si ha decido eso supongo que lo rehará completamente, porque además es imposible recrear el original”.
Simonetti afirma haber escrito en solitario la mayoría de las bandas sonoras para once de las películas de Argento, más otras tres producidas por aquel. “Como Goblin, además de sus dos célebres títulos citados anteriormente, compusimos de la mano ‘Tenebre’ firmada por Simonetti-Pignatelli-Morante, así como ‘Martin’ y “Zombi’, ambas dirigidas por George A. Romero. El resto son mías”. Desde “Demonios” (Lamberto Bava, 1985), pasando por “Phenomena” (Dario Argento, 1985), “Opera” (Dario Argento, 1987), “Insomnio” (Dario Argento, 2001) o “El jugador” (Dario Argento, 2004), más dos capítulos de la serie “Masters Of Horror” –“Jenifer” (Dario Argento, 2005) y “Pelts” (Dario Argento, 2006)–, hasta llegar a “La madre del mal” (Dario Argento, 2007) y “Drácula 3D” (Dario Argento, 2012). Así como tantísimos otros proyectos no relacionados con el cine, como algo de música dance o para televisión, entre los años ochenta y noventa. “Me alejé de la televisión porque no me gustaba ese medio tan comercial y prefería dar conciertos”, explica al respecto.
Concretamente, aquel disco “Dèmoni” (RCA, 1985) recopilaba y añadía a la música de Simonetti algunas canciones de nombres legendarios del metal clásico (Saxon, Scorpions, Accept…) y él mismo admite tener cierta aceptación en tal escena: “Realmente nunca los conocí, pero es verdad que cuando ahora tocamos en festivales compartiendo cartel con ese tipo de artistas, incluso de metal extremo, se me acercan diciéndome que les gusta mucho la música que hago aunque no tenga nada que ver con la suya. Si bien es cierto que como Daemonia –la banda de heavy metal que formó en 1999– sonábamos un poco más duros”. Actualmente sus discos son autoeditados con su propia discográfica, llamada Deep Red, y distribuidos internacionalmente por Rustblade, con unas cuidadas ediciones pensadas en los coleccionistas de iconografía de cine serie B e incluso Z.
Hablando de compromisos futuros, llegamos al curioso y exitoso festival impulsado por Yes bajo el nombre “Cruise To The Edge”, en homenaje a su emblemático álbum “Close To The Edge” (1973). En esta cita, más de cuarenta nombres relacionados con el rock sinfónico o progresivo festejan su música frente al público mientras navegan felizmente hacia su destino a bordo de un crucero. En la próxima primavera, Claudio Simonetti’s Goblin repetirá experiencia embarcado en ese marchoso transatlántico: “Es emocionante poder ver, con mar alrededor, a tanta gente escuchando a nombres como Marillion, nuestros Premiata Forneria Marconi o Steve Hackett. Por cierto, con él tocamos los New Goblin en Roma, tanto nuestro ‘Profondo rosso’ como el ‘Watcher Of The Skies’ de sus Genesis”.
Y termina reconociendo no saber nada de la música española “al igual que tampoco conozco nada en alemán, excepto Rammstein”. En cambio, nuestro cine le parece fantástico y cita a Jaume Balagueró y a Álex de la Iglesia, con quienes al parecer coincide en festivales. Sorprendentemente, al nombrarle al gran Paco de Lucía él lo califica como “música tradicional”. Y cuando su bajista le apunta su personal gusto por nuestra actual embajadora musical global, él pregunta: “¿Esos Rosalía son sicilianos?”. ∎