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“El arte de morir muy despacio” es el primer largo de Marcos Crespo al frente de Depresión Sonora. Después de publicar dos EPs, este vecino de Vallecas se ha aventurado a componer un álbum conceptual sobre el aprendizaje que todo ser humano debe llevar a cabo para lograr una vida tranquila y feliz, repleto de influencias underground que se alejan del post-punk con el que se asociaban sus primeros trabajos.
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epresión Sonora trae bajo el brazo un primer álbum responsable en muchos aspectos. En primer lugar, con el contexto histórico en el que vive: si bien Marcos Crespo afirma que las canciones provienen de la intimidad, la generación a la que pertenece las abraza bajo una identidad que transforma en propia. En segundo lugar, dando una vuelta de tuerca al concepto manriqueño: aquí cualquier tiempo pasado no fue mejor, aunque la sonoridad tecnostálgica de “El arte de morir muy despacio” (Sonido Muchacho, 2022) evoca una época idealizada por la melomanía. En tercer lugar, con la cercanía para con sus trabajadores: Depresión Sonora es Crespo, pero se ayuda desde el buen trato con unos músicos impecables sobre el escenario. Así, en los conciertos comparece junto al guitarrista Gonzalo López y al bajista René del Hoyo (Dharmacide).
Su música se asocia a perfiles similares, como los de Ghouljaboy, VVV [Trippin’you], Margarita Quebrada o Rojuu (de cuya banda de directo forma parte). La mayoría de dichas formaciones comenzaron a darse a conocer en época pospandémica: el pesimismo generalizado que acompañaba a la catástrofe global venía unido a una banda sonora donde lo oscuro cada vez estaba más en alza. Crespo, sin embargo, no considera que su trabajo posea un mensaje deprimente, en contraposición con el propio nombre de su proyecto. Pese a ello, la escena en la que se inserta es capaz de abarcar un mayor número de público a día de hoy, camuflándose en torno a procesos de hibridación con el indie de pretensiones más pop. Sea una tendencia efímera o no, la adopción de elementos propios del punk bajo géneros tradicionalmente opuestos es cada vez más frecuente en el panorama alternativo español.
Su primer EP, “Depresión Sonora” (Autoeditado-Sonido Muchacho, 2020), se editó físicamente en dudosa calidad: una fotografía de escasa resolución, sin contraportada, cubría un vinilo que se distribuyó internacionalmente. Con el EP “Historias tristes para dormir bien” (Sonido Muchacho, 2021), se convertía en abanderado del post-punk español.“Voy a comprar yogures, gasolina y mechero” era una frase repetida hasta la saciedad en redes sociales, en una época en la que Molchat Doma se alzaba como el grupo de cabecera del underground oscuro.
Sin embargo, con “El arte de morir muy despacio” nos presenta un trabajo sosegado donde se desarrolla el mismo concepto desde el principio hasta el final, en un panorama cada vez más dominado por el formato single. El álbum se divide en tres bloques de canciones bajo los epígrafes –que también son interludios– “Introducción a la entropía”, “La abrazo con fuerza (carta a la soledad)” y “Muerte y resurrección”. Cada una de ellos representa un proceso, una etapa vital o un aprendizaje. En esta obra permanece la estética de trabajos anteriores, pero Depresión Sonora se muestra un paso más lejos del post-punk y un paso más cerca de otros referentes más afines.
¿Crees que el periodismo musical tiende a sobreanalizar tu disco, que al final creas desde el entretenimiento?
Totalmente. Ayer tuve una entrevista en la que el tío usaba muchísimas referencias y movidas que yo ni conocía. Además, hacía las preguntas como si fuese una banda. Preguntaba cosas como:“¿Hacéis las canciones juntos en el local de ensayo?”. No se había preparado bien la entrevista. Depresión Sonora es un proyecto, no es una banda: soy yo. Hago las canciones y luego las llevo a un productor para que les dé su puntito.
Supongo que a mucha gente le puede generar confusión veros a los tres en el escenario, donde no hay una diferenciación jerárquica entre vosotros. ¿Cómo planteas el directo?
Creo que es interesante que en directo haya gente tocando y que se vea como si fuera un grupo. La gente que me conoce sabe que al final soy yo, pero los conciertos ganan mucho con una banda. O sea, ¿quieres que haga como algún artista que no quiero mencionar, que los coloca al final del escenario en tarimas para que nadie los vea? El directo es muy importante y tiene que funcionar. Todo el mundo tiene que estar a gusto, así que es importante que mi banda tenga protagonismo. Cuando hago las canciones tienen el mismo peso la guitarra, el bajo y la batería: todo tiene su parte dentro de un tema. En un concierto yo soy incapaz de abarcarlo todo, así que me sirvo de mis amigos para hacerlo guay.
¿Eran tus amigos de antes?
No, pero ahora sí lo son. Pasamos mucho tiempo juntos.
¿Cuánto trabajas en los temas antes de mandarlos a un productor? ¿Cómo trabajas en el estudio?
Compongo yo todo. Por ejemplo, en este disco he hecho todas las maquetas. Luego he ido a casa de Miguel Grimaldo a terminar de arreglarlas: patrones de batería, cambiar algún sonido o añadir algún sinte. Sobre todo, hemos planteado cómo grabarlo en el estudio. No es, por ejemplo, componer una batería desde cero, porque yo ya he trabajado en cada instrumento previamente.
¿Tienes en cuenta la forma de producir un tema para que luego sea posible llevarlo al directo?
Intento que no, porque me parece que las canciones tienen que ir antes. El directo es un problema que viene después, ya veré cómo me las apaño, aunque sí tengo esa rayada de “vale, no te pases de elementos, que luego en directo somos tres”. Por eso ahora no llevo batería, creo que no me sale a cuenta. Para sitios grandes podría estar bien, pero en una sala me comería todo el sonido, sobre todo porque yo no canto muy alto.
A lo mejor podría cambiar el sonido industrial de tu música, y por tanto el ambiente, si llevases una batería. ¿Te lo has llegado a plantear?
Sería muy difícil y perdería parte de esa esencia. Sí, lo he planteado para sitios grandes. Para una sala no me gusta, suena muy alta y se cuela en todas partes. Pero, bueno, por ahora creo que tenemos un buen formato. Así suena muy bien; antes me plantearía meter otros elementos.
¿Crees que ahora está de moda llevar banda? Durante la pandemia lo normal era que los proyectos individuales se defendieran con un ordenador. Tú, por ejemplo, formas parte de la banda de Rojuu.
Entiendo lo que dices, pero creo que depende del proyecto. Rojuu en directo tiembla, aunque también nos estamos planteando formatos más electrónicos.
Hablando del disco, ¿el arte de morir muy despacio es el arte de vivir?
Es algo más que eso. Me refiero a ese aprendizaje que tiene que hacer uno a lo largo de su vida para conseguir que el tiempo que estás aquí sea lo mejor posible.
Está dividido en tres partes. ¿Tenías en la cabeza hacer un disco conceptual de algún modo?
Sí, porque lo primero que tuve fue el título. Creo que es raro, normalmente el título es lo último. Por ejemplo, con el segundo EP el título lo tuve a última hora porque no sabía cómo coño llamarlo. Y aquí fue al revés. El título me dio el concepto. Tampoco quería que fuese muy monótono, sobre todo por las baterías. Para que no fuera tan coñazo dije: “Venga, lo voy a plantear en tres partes que se diferencian en otro tipo de elementos”. Y empecé así. Al hacer las canciones, las iba encajando en cada una de las partes.
¿Le da la música el sentido a la letra o es al revés?
Creo que va de la mano. Muchas veces, cuando haces un tipo de música, un tipo de armonía o una sonoridad concreta te lleva a escribir ciertas cosas. También escribir una letra determinada te lleva a envolverla con un sonido preciso. No deberían ser independientes una cosa y la otra.
El sonido deprimente e industrial de tu música, ¿crees que tiene que ver con el contexto histórico tan oscuro que le ha tocado vivir a tu generación?
No es tan deprimente, ¿eh? Bueno, creo que nunca ha habido un momento histórico en el que no digas: “Joder, esto es una mierda”. Por lo menos yo no lo he conocido. La gente mayor también se queja de la crisis, de cuando tampoco había trabajo. No sé, yo creo que nunca ha sido fácil. Ahora veo que el futuro es muy incierto en muchos sentidos: está todo tan revuelto y caótico que no sabes qué va a pasar.
¿En qué sentidos?
Antes la perspectiva de futuro era más clara. Vale, vas a conseguir un trabajo, vas a tener una familia… Ahora esos esquemas se han roto, a nivel económico, social y personal. De todos modos, tampoco es que hable de algo generacional o social, hablo de mí. Lo que pasa es que creo que se acaba extrapolando y la gente se puede sentir identificada.
¿Sientes que lo oscuro se está poniendo de moda?
No pienso que sea así. Creo que es un hueco que ha habido en los últimos diez años, sobre todo en el tema de redes sociales al tener que presentarse siempre alegre. Había un hueco por rellenar y al final ha funcionado. Ahora mismo está subiendo, no sé decirte por qué pasa. Me parece guay, sobre todo porque vuelven ciertos sonidos y otras formas de hacer música, aunque sigue siendo muy de nicho.
¿Por qué motivo te decantas por un sonido analógico dentro del disco?
Solo algún sinte suelto está grabado en analógico, el resto es digital. Eso ya es algo personal, tengo mucho fetiche por el sonido lo-fi oscuro, que a veces casi parece que suena mal. De alguna forma mucha gente que escucha el disco puede entender que está grabado con menos calidad, porque me gusta bastante esa estética.
¿Crees que una de las cosas que le gustaba a la gente de Depresión Sonora era el sonido crudo y lo-fi, que se ha perdido un poco con este disco?
Cuando eres un proyecto desconocido la gente que te conoce se siente más especial. En cierta forma, pasa mucho que si un grupo graba un disco, y ese disco le gusta a un pequeño grupo de gente, cuando la banda se hace más grande el comentario recurrente es que “antes molaban más”. Existe una movida en la que mucho público piensa “quiero este grupo, esto es solo para mí, me gusta que suene mal y, además, solo me gusta a mí, me lo escucho en YouTube a las tres de la madrugada yo solo, es muy mío y de nadie más”. Y cuando lo empieza a escuchar más gente y, por tanto, evoluciona el sonido, ese pequeño nicho de público con el que te diste a conocer lo descarta. El proyecto de “El arte de morir muy despacio” era más ambicioso: esta era la forma con la que yo personalmente quería hacer que creciera el proyecto, que madurara, que sonara como yo quería que sonara desde el primer momento, pero no tenía ningún medio para llevarlo a cabo. Sí, he visto alguna crítica por ahí diciendo que el primer EP molaba más. Bueno, a mí me gusta más este disco.
Antes no tenías la infraestructura que tienes ahora para conseguir un sonido determinado.
Sí, esto está mucho más madurado, mucho más desarrollado. Y es más, es lo que yo quería en un primer momento pero no pude hacer hasta ahora. La idea de hacer un disco para mí es otra cosa. Veo muchos discos de artistas que son “venga, lo saco porque tengo un montón de canciones y tengo que sacarlo”. A mí siempre me ha gustado escuchar discos que tengan un sentido y una cohesión: discos que sean un conjunto. Ahora hay muchos álbumes que son singles, canciones aisladas sin nada que ver entre sí. Además, hay muchas canciones de relleno que no están tan trabajadas y no son tan buenas. No me apetece hacer eso.
Sobre todo ahora, con la industria de la inmediatez, mucha gente se dedica a sacar singles para estar siempre presente y luego los reúne.
Lo que yo hago es ir a contracorriente de lo que dicen el marketing y la industria, que es algo así como “venga, canciones cada dos meses, una canción y que sea un ‘hit’, a intentar pegarse”. Entender la música de esa forma no me llena.
¿Hay ideología dentro de ese comportamiento antiindustria?
Sí, supongo. Me gustan las cosas que están más desarrolladas y que tienen un sonido pleno. Yo escucho un grupo equis porque me gusta ese sonido o el sonido que tiene el grupo en ese disco. Ahora hay canciones de artistas muy distintos pero que suenan muy parecidas. Quería romper con eso.
¿Tus influencias son con las que te asocian usualmente en los medios?
Mis influencias son muy variadas, pero creo que las influencias que dicen que tengo son las influencias de mis influencias. Me hablan mucho de Joy Division o de The Cure, que me gustan, obviamente, pero creo que no es lo que me motiva a hacer esta clase de música. En casa estoy escuchando constantemente música muy variada. Creo que mi estilo es mucho más cercano al punk y al rap que a otros géneros musicales que utilizan para hablar de mí. En España el punk no ha tenido melodías en la vida, es gritar y punto. Y en el rap igual, estás recitando mientras cuentas tu movida. Creo que Depresión Sonora lleva más ahí que a otros sitios.
¿Escuchas música radicalmente opuesta a la que tú produces?
Sí, ¿por qué no? En contraposición a lo que yo hago. Pero siempre pongo por delante el mensaje antes que la forma, porque es lo que me nace hacer. Antepongo lo que estoy diciendo a la melodía o a la forma de cantar. Al final yo creo que funciona, porque a la gente lo que le gusta es el mensaje y lo que digo.
¿Por eso recitas más que antes?
Tengo los interludios, que generan un ambiente más evocador. Era una forma de unir las tres partes del disco.
¿Cuáles son las cosas que has aprendido a hacer con este disco y cuáles son las que has dejado de hacer?
Sobre todo he aprendido a desarrollar más las ideas. Creo que he seguido haciendo lo mismo, literalmente, pero intentando trabajarlo más. Pensar en los arreglos y en lo que estoy diciendo de una forma más detallada. Con los primeros EPs mi forma de escribir era “venga, voy a escribir algo para ya, que esto tiene que salir”. También tengo esa presión de escuchar lo que puede decir la gente, sin olvidarme de que lo primero es lo que pienso yo. La métrica también la cuido más.
¿Sientes que has estado muy poco tiempo siendo emergente?
Hay gente que sigue diciendo que soy emergente. O realmente me han seguido llamando emergente mucho tiempo. Con la publicación de este disco no me lo han dicho, pero yo creo que sigue siendo una movida que acaba de nacer. Tiene dos años. O sea, es imposible que no sea una cosa que está empezando ahora.
¿Ha habido algún contraste entre la repercusión que puede llegar a tener tu proyecto y lo novel que tú te sientes?
En general no me agobio mucho con eso. Tengo la oportunidad de hacer esto y tengo un altavoz, así que voy a aprovecharlo. ∎