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Desde sus inicios, Young Fathers ha evadido los encasillamientos. Sí, los integrantes del trío se conocieron en una noche de hip hop para menores de 16 años en Edimburgo. Pero mientras todos esperaban una descarga de rabiosas rimas de machos alfa (en ciernes), ellos encadenaban temas de tres minutos y medio con ganchos pop y coreografías.
Sus primeras mixtapes, “Tape One” (2011) y “Tape Two” (2013), cayeron en el cajón de rap, aunque siempre acompañadas de apelativos como “experimental”, “art” o “psych”. El culmen llegó con “Dead” (Big Dada, 2014), cuando ganaron el premio Mercury en la categoría hip hop alternativo y los medios tuvieron que apurar definiciones apilando etiquetas: soul, trip hop, post-rock, psicodelia, industrial, electrónica, góspel. “White Men Are Black Men Too” (Big Dada, 2015) y “Cocoa Sugar” (Ninja Tune, 2018) solo siguieron sumando: dub, krautrock, afropunk, R&B… hasta llegar a las comparaciones con cruces improbables: TV On The Radio más Sigur Rós, Frank Ocean más Death Grips.
“Si intentáramos meternos en una caja, le acabarían saliendo púas”, dijeron alguna vez. La peculiaridad de su sonido quizá también responda a su historia de origen migrante e interracial. Nacido en Liberia, Alloysious Massaquoi emigró a Escocia a los cuatro años, debido a la guerra civil de principios de los noventa. Hijo de padres nigerianos, el cantante Kayus Bankole nació en Edimburgo, pero pasó varios años en Estados Unidos y Nigeria antes de regresar a Escocia en su adolescencia. Solo Graham “G” Hastings, el productor del grupo, nació y creció en un barrio de clase obrera en Edimburgo.
“You can’t frame me”, “No puedes enmarcarme” (o incriminarme), decían en un poema y vídeo sobre la identidad, la otredad, el colonialismo, el privilegio y el poder, que hicieron para la Scottish National Portrait Gallery. “¿Por qué no veo un rostro como el mío enmarcado en oro colgado en la pared”, recitaba Kayus. Las letras de sus canciones, aunque más simbólicas y crípticas, también han dejado ver parte de sus inquietudes: “Estoy cansado de interpretar al buen negro” y “Algunos hombres blancos también son negros”, decían en “Old Rock n Roll”. “Nunca he visto a malvados enfrentarse a sus miedos / Pero siempre he visto a valientes llenos de lágrimas”, exclamaban en “See How”.
Pero es en su cuarto álbum, “Heavy Heavy” (Ninja Tune-[PIAS] Ibero América, 2023), donde sonoramente los orígenes diversos y la conexión con África mejor se despliegan, a través de cánticos comunitarios y fraseos catárticos, percusión de palos de madera y palmas. Aunque aluden a la adversidad (“Rice” apunta a la explotación minera en África, “I Saw” descarga oblicuamente contra el Brexit y la antiinmigración), hacen prevalecer la vida y la humanidad en una suerte de resistencia desde el regocijo. “Hear the beat of the drums and go numb / Have fun”, exclaman. “Tell Somebody” y “Ullulation” nos sumergen en trance ritual, hasta el júbilo de “Geronimo” o la frenética euforia de “Sink Or Swim”. “Es vida, es comunión”, nos dice Alloysious.
En “Cocoa Sugar” decíais abordar lo dulce y amargo de un mundo “estéticamente agradable, pero jodido”. Han pasado cinco años desde entonces, con pandemia, Brexit y crisis de primeros ministros, el asalto al Capitolio, el auge del Black Live Matters, la guerra de Putin… ¿Algo de esto se cuela en “Heavy Heavy”?
Para mí el álbum es sobre humanidad. Está impregnado de todas las facetas, complejidades y contradicciones del ser humano: esfuerzo, alegría, dolor, lucha, estancamiento, miedo, duda, devastación, redención… Nosotros trabajamos con playlists. Como grabamos mucho tiempo, teníamos como tres o cuatro horas. Habíamos hecho un montón de cosas con mucha tracción y una energía más salvaje. Pero las canciones de “Heavy Heavy” son las que tenían ese sentido de comunidad, resistencia y empatía, se sentían bien juntas. Lo comunitario siempre ha estado en nuestros discos, pero aquí salió de forma más natural y orgánica, con llamadas y respuestas, cánticos de comunión. Cuando creamos simplemente expulsamos lo que tenemos. Pero creo que a nivel subconsciente, frente a lo que pasaba en el mundo, necesitábamos que la gente celebrara sus diferencias, que pudiera vivir en comunidad, colaborar y empatizar.
De anteriores discos algunos dijeron que vuestras canciones eran demasiado duras, abrasivas. A pesar del título, “Heavy Heavy” musicalmente suena menos oscuro, incluso alegre o feliz…
Muchos dijeron que éramos demasiado duros, pero es un equilibrio. Es como el reggae, tienes canciones dulces que suenan muy tiernas, pero lo que dicen es profundo y muchas veces oscuro, una realidad cruenta. Venimos de esa veta, de cómo el reggae y el soul asumen la vida y sus contrastes. Si tienes algo dulce, amable, lo confrontas y remarcas con algo más fuerte. Y eso también es la condición humana. Durante este tiempo Kayus estuvo viajando por Ghana y Etiopía. Graham tuvo su primer bebé y yo estuve con mi familia. Estuvimos viviendo la vida mundana, la vida real, que es dura. Sin los apuros de cuando estás de gira pero estando presente y participando en lo que antes te perdías. Ahí te das cuenta de que cualquier otra cosa que hagas en tu vida, como tu música, tiene que tener ese nivel de autenticidad. Te das cuenta de que no tiene sentido hacer concesiones. Como decía en “Geronimo”: “Ser un hijo, un hermano, una figura paterna, tengo que sobrevivir y proveer. Mi mamá dijo: ‘Nunca complacerás a tu mujer, pero lo pasarás bien intentándolo’”.
Este álbum también se presenta como un regreso a lo básico: grabado desde cero en el estudio del sótano de Graham, solo los tres con algunos equipos y micrófonos siempre abiertos. ¿Por qué el repliegue?
Con los discos anteriores entramos en una dinámica de gira, grabación, gira… extenuante. Lo hicimos durante casi diez años. Estos últimos cuatro tuvimos tiempo libre, lejos unos de otros y de todo el proceso, lo que nos permitió vivir y ver cosas diferentes. Así que cuando volvimos a estar juntos se sintió como un espacio nuevo pero a la vez familiar, en el sentido de cómo solíamos grabar cuando niños: los tres solos en una habitación con una máquina de karaoke y el micro colgando del armario. Todo lo esencial del grupo se concentra allí, la espontaneidad, el probar cosas sin temor a equivocarnos. Allí confluyen nuestras vidas y personalidades, podemos contarnos historias e ir creando cosas tal y como fluyen. Nos nutrimos de esa sensación de libertad. Alguien hace algo, se arriesga y te inspira; respondes con otra cosa y todo se dispara.
Entiendo que así creáis las canciones, juntos desde su mismo germen. ¿Cómo es el proceso compositivo?
Trabajamos muy rápido para atrapar la magia. Tratamos de escribir espontáneamente, por asociación libre. Hemos descubierto que si lo vemos de inmediato no podemos sentirlo como tú lo escucharías, porque sabemos qué pasó: sé que canté, que Kayus gritó y que Graham hizo esto. Todo eso se me atraviesa, haciéndome difícil ver lo que quedó. Para nosotros lo mejor es hacerlo rápido, no escucharlo inmediatamente, sino pasar al siguiente track y al siguiente. Di lo que tengas que decir y déjalo. Cuando vuelves, escuchas todo y puedes percibir mejor e ir decantando. ¿Necesita algo más? Pues ahí está la canción.
No es algo premeditado, es más instintivo. Tú equilibras cosas personales con lo que ves en el mundo y sacas como instantáneas. No es exactamente lo que está pasando, pero es lo que te dispara. Escoges palabras y las elaboras por proximidad y contraste. Somos tres personas dispares, nos gustan cosas diferentes, no estamos de acuerdo siempre, pero lo elaboramos juntos y es en la música donde todo se encuentra y funciona.
En el álbum también hay voces femeninas que en algunos casos llevan el peso de la canción, como “Ululation”. ¿A quién invitasteis? ¿Qué buscabais?
En “Ululation” canta Tapiwa “Taps” Mambo, una amiga de Kayus que prácticamente salvó la canción. Estábamos estancados. Ella estaba pasando por un mal momento con el que era su esposo y necesitaba estar acompañada, así que estaba por allí mientras grabábamos, siempre tarareando. Le pusimos la canción en bucle y le dijimos: “Si quieres decir algo, dilo”. Cantó sobre estar agradecida, incluso en medio de toda su rabia y pena. Está cantada en shona, una lengua bantú de Zimbabue. “Ululation” es un clamor; como cuando sientes que estás sufriendo por una situación injusta pero, después de pasarla, también te sientes agradecido. Habla de un paso peligroso que tienes que atravesar, llegar al final y salir al otro lado, como un renacimiento, una catarsis. En el álbum llegas a “Sink Or Swim”, que tiene una nueva energía, una nueva franqueza.
Hip hop, industrial, trip hop, noise, soul… No os gusta poneros límites, ni etiquetas. Pero, en cuanto a intereses, ¿qué queríais explorar en “Heavy Heavy”?
No podemos describir lo que hacemos. Lo que creas sale de todo un conglomerado de experiencias y diferentes mentalidades. Lo pones todo junto y es lo que sale. Piensa en Basquiat, su arte es muy urgente e inmediato, él solo va, hace un trazo y ahí está. Visualmente es más fácil de describir. Pero no nos preocupamos de los géneros, solo perseguimos la sensación de estar constantemente sorprendidos.
En “White Men Are Black Men Too” sí pusimos una etiqueta: catalogar en rock & pop (risas). También era una forma de generar conversación, como con el título del álbum. Podríamos haber dicho “el mejor álbum hip hop de la historia”, pero no era hip hop, o sí, pero su expansión. Es hip hop sin las reglas del hip hop, es rock sin las guitarras, es pop. Nos encantan los estribillos, los ganchos, es la música pop que queremos escuchar. Quiero crear texturas que permitan al oyente imaginarse envuelto en ellas y fluir.
¿Cómo preparáis los conciertos? En el hip hop la clave está en la interacción, pero siempre os han interesado también las coreografías, quizá crudas y desenfrenadas, pero coreografías. ¿Qué podemos esperar de la gira de “Heavy Heavy”?
No calculamos ni ensayamos demasiado porque queremos dejar espacio para la espontaneidad. Tú ya sabes las canciones de arriba abajo y se vuelve un trabajo más muscular. Entonces lo que te interesa es la interacción con la audiencia, qué le doy y qué me puede dar. Entras en esa dinámica y quieres que haya más bien un elemento de riesgo, de variación, de peligro. Y dices: “¡Oh, sí! Interesante. ¡Mmm! Sexy. ¡Más!”.
De esta gira todavía tenemos que decidir, pero normalmente creamos como una plantilla y luego, dependiendo de la noche y el público, nos dejamos llevar: toquemos esto, rescatemos aquello. Nos gusta probar. No hemos estado de gira desde hace ya… ¡cinco años! Para mí lo importante es reencontrarme con esa sensación de emocionarme. Con todo lo que está pasando en el mundo, a veces sientes que el arte pierde sentido. Pero es parte del ser humano. Seguimos creyendo que la música es poderosa y vital, que puede mover a las personas, creando pequeños actos de comunión y resistencia. ∎