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Después de ganar en Cannes el premio al mejor director con “El imperio de los sentidos” (1976), el japonés Nagisa Oshima se embarcó en una obra quizá menor, pero de gran magnetismo y repercusión mediática, basada en las experiencias del polifacético autor Sir Laurens Jan van der Post en un campo de concentración nipón durante la Segunda Guerra Mundial. Takeshi Kitano, Tom Conti, Jack Thompson, David Bowie y el propio Ryuichi Sakamoto protagonizaron esta violenta historia, aunque sin una gota de sangre en pantalla, sobre choque cultural, homoerotismo y compasión, con uno de los finales más emotivos de la historia del cine. Sakamoto, quien, horrorizado con su propia interpretación, no se prodigó posteriormente demasiado como actor, recibió también el encargo de escribir su primera banda sonora coincidiendo con el final de la vida útil de Yellow Magic Orchestra.
El músico tokiota quiso maridar con estudiada equidistancia el exotismo oriental que le venía de fábrica con su pasión por la música europea (Rota, Debussy, Vangelis). Melodía, espacio, voluntad narrativa y fluidez impresionista fueron algunos de los elementos que inspiraron la música de “Feliz Navidad, Mr. Lawrence” (1983) durante sus tres meses de gestación. Un proyecto que contó con la colaboración extra de David Sylvian tras la negativa de Bowie a cantar y poner letra al melancólico corte principal de la cinta, retitulado “Forbidden Colours”. Un hit de culto, ausente del metraje final, que en su día tuvo una excelente salida comercial como single y 12”.
Aparte del talento para musicalizar las estilizadas imágenes del filme, Sakamoto supo aplicar al conjunto de piezas de “Merry Christmas Mr. Lawrence” (1983), la mayoría de breve duración, una electrónica atmosférica que enriquecía con suspense y cercanía el dramatismo orquestal de la partitura. Algo que ha venido repitiendo de una u otra forma hasta la actualidad y que lo llevó a ganar tempranamente un Óscar por la banda sonora de “El último emperador” (Bernardo Bertolucci, 1987), donde también actuaba.
En el contexto de su serie para Milan Records, Laurent Durieux y Nicolas Winding Refn se han encargado respectivamente del diseño en carpeta gatefold del vinilo y de supervisar la reedición canónica (aunque se conocen, no hay ningún extra) de esta obra maestra que llegó a saturar al bueno de Sakamoto durante años, pero que sirvió para impulsar definitivamente su carrera en Occidente. ∎