Lo que sustancia el folk levitante, de evocadoras tramas guitarrísticas, de “Cancionero del Guadarrama” es una visión de otro Madrid, el que indaga en sus raíces musicales –que son también las del folk castellano–. Una encomiable labor de recuperación de memoria colectiva y reajuste musical entre lo legado, lo adquirido y lo desarrollado. Carlos Pérez de Ziriza

Con “Se trata de mí”, Albany, con canciones que lo mismo te dan ganas de perrear que de abrirte las venas en canal, viene a reclamar el hueco que le corresponde: inconfundible sello melancólico, pero también unas bases más complejas de las habituales. Una mixtape redonda, en la que no sobra ni falta nada, y que nos habla también de una artista en busca de una voz propia. Carolina Velasco

Con su blanca languidez, santo y seña de una generación que ha conseguido sacar petróleo de la fatiga emocional y el desfallecimiento melódico, en “solo pasiones…” rebe le quita el edredón al pop de dormitorio y se lo lleva de paseo por galerías de arte y ferias de pueblo; por tapices rítmicos con solera e inquietantes paisajes sonoros de ambient retorcido. David Morán

Directo, reverberado y agilísimo, que conjuga liviandad formal y profundidad temática, y nos invita a reflexionar sobre la diferencia, “¿Chispa o calambre?” sorprende por su coherencia sónica nunca exenta de dinamismo. Y ratifica a Parade como artesano de la sintaxis pop, capaz de equilibrar evasión y hondura en habilidosas narraciones de tres minutos. César Luquero

“Ciudad de las dos lunas” confirma a Cabiria como avezada melodista. También la ratifica como una escritora hábil, que se desenvuelve con soltura en la introspección y en la ironía, valiente cuando toca enseñar las cicatrices y divertida a la hora de abordar el retrato de corte costumbrista. Hay mucho que rascar en este disco y merece la pena hacerlo. César Luquero

“ExNovo” está lleno de texturas digitales –y sin embargo con un cuerpo que crees capaz de tocar– que tienen irresistible capacidad para mecer. Una pausa en la prisa. Un alivio para ojos cansados, un descanso de esta cultura de la disponibilidad. Las coordenadas, aquellas que nos hagan encontrarnos. La misión: abolir el algoritmo. Mientras, encogemos el ombligo a la espera del siguiente beat. Ignacio Pato

Estamos ante el disco más completo, emocionante y rico del músico valenciano, sinónimo de muchísimo. Sus recursos asombran por variados y eficaces: añaden significado y amplían la dimensión emocional de las partituras. Pero sin su valentía, inquietud y espíritu libérrimo no estaríamos hablando de un trabajo como este “(Valencia 2019)”, que es de los imprescindibles. César Luquero

“oMOrruMU baMAt” tiene un punto de partida musical que se puede considerar “tradicional”…, pero no lo es en absoluto, pues se inscribe en el ámbito de la experimentación sonora contemporánea. Con mimbres escuetos se ha creado una obra global extremadamente variada y diversa, mucho más actual y contemporánea (y dirigida al futuro) que folclórica. Jesús Rodríguez Lenin

Cada corte de “Roku Roku” evoca un mood distinto, una emoción pasajera más fácil de describir con un meme o con emojis que con palabras. En esta ocasión, las brillantes texturas electrónicas reclaman protagonismo mientras las guitarras se evaporan. Un alarde de versatilidad que permite a Rojuu esbozar la fluidez de su generación, pero también tender puentes con las anteriores. Max Martí

“Turboviolencia” es el paso adelante más claro de su carrera. No es solo un álbum ambicioso en sonido, sino que reafirma el intento de VVV [Trippin’you] por conectar con toda una generación, con una angustia juvenil que en ocasiones impresiona y otras entumece, con una poética entre el nihilismo y el costumbrismo sarcástico de after y k-hole. Santi Fernández

Wild Honey fue tejiendo “Ruinas futuras” a partir de notas de voz con pensamientos e ideas que se le iban ocurriendo en diferentes momentos cotidianos. Cada canción, cada frase, posee más sentido del que parece, pero, escuchadas en conjunto y completadas por un cuidadísimo sonido y su ya característica voz susurrante, crean una gran sensación de extrañeza. David Saavedra

Guiada por el concepto del horror como forma de expresión, la música de “Barcos. 12 cartas náuticas”, banda sonora, parece inspirada en una suerte de ambient oscuro que transmite una constante calma tensa. Un álbum heterogéneo y rico, doce composiciones instrumentales cargadas de profundidad, que satisfará a cualquiera que se decida a bucear en él con oídos dispuestos a dejarse sorprender. JuanP Holguera

En “La rueda del cielo”, contenido aparentemente conceptual, narración distópica, El Hijo se apropia de la estética del trap y rompe las reglas de lo que se supone que está permitido hacer con ella. Hay Auto-Tune, pero a lo que nos lleva es a diluir esa influencia entre un sinfín de detalles de producción con los que crea un cuerpo extraño, nuevo, único, desconcertante y convulsamente bello. David Saavedra

“N.S.C.A.L.H.” es la expresión más pura y concentrada de El Petit de Cal Eril. No hay teclado, guitarra o batería que no suene a su universo propio. Sonido Cal Eril sin cortar ni mezclar con derivados, servidos por el fiel Jordi Matas. Estamos ante la consolidación de un proyecto con un nivel de autoexigencia disparado de altura, que no se agota, sino que a cada nuevo impulso coge más aire. Jordi Isern 

“Contigo” hinca sus raíces en una especie de country-folk que le va como anillo al dedo a unos textos que hablan de enamorarse desde diferentes ángulos, a veces divertidos, a veces amargos, siempre con un punto naíf que le quita hierro a la sombra de la tragedia y encuentra en las descripciones cotidianas su mejor arma para radiografiar los corazones de los protagonistas. Juan Cervera

Marco Maril ha encontrado el equilibrio tantas veces buscado del “menos es más” y las canciones de “15.11.18” relucen en su desnudez y transmiten toda la amplitud de sentimientos –del desengaño a la esperanza– que necesitan. Sin artificios, con las entrañas abiertas, el disco va proyectando sus dioramas musicales impresionistas con una serenidad que quita el aliento. Juan Cervera

El quinto álbum de Zahara es una cumbre de su trayectoria, tanto desde un punto de vista estilístico como a nivel discursivo: “PUTA” es incómodo desde su título y su foto de portada hasta el relato valiente, trepidante y dolorosamente inspirado que componen sus canciones. Exponiéndose –contar su historia e intentar dejarla atrás a modo de exorcismo–, la artista nos deja un legado incalculable. Aleix Ibars 

“Pureza” sorprende por su amplitud de registro y por un hábil desarrollo narrativo, donde hip hop, son, flamenco y copla alimentan el discurso que Queralt Lahoz –cantante interesada en establecer diálogo con sonidos de ayer, de hoy, de siempre– ha ido forjando durante años como una hábil conversadora, de las que tiene mucho que decir pero también sabe escuchar. César Luquero

“Aurora y Enrique”, canciones nacidas de su puño y letra e inspiradas por la historia de amor de sus padres, es el álbum en que Soleá Morente se permite ser ella misma. Entre el respeto a la herencia familiar y el vuelo libre y sin ataduras, un armario ropero con todos sus complementos a juego del que emerge, vaporoso y psicodélico, el primer disco compuesto íntegramente por la artista. David Morán

En “Tiene que haber algo más” Alizzz confirma lo que llevaba tiempo prometiendo: un pop español accesible pero interesante, popular pero no populista, es posible. Obra el milagro tendiendo puentes entre la herencia melódica del indie, los más variados procesos digitales de la electrónica y ciertos dejes vocales y rítmicos de lo que un día convenimos (ahora ya no) en llamar urban. Juan Manuel Freire

Con su clima medio sobrenatural pero acogedor y su tendencia al groove obsesivo pero en constante, orgánica mutación, “Nocturno”, de Sau Poler, que lleva casi una década publicando referencias de baile eficaces y sutilmente experimentales, se presenta como un disco ideal para trabajar y entrar en un trance de creativa productividad. Sobre todo de noche. Obra cohesiva, meditada, redonda. Juan Manuel Freire

“El cante” de Kiki Morente es atrevido y suena como una piedra alegre que se lanza ella misma río abajo, adentrándose en unas aguas sorprendentes, nuevas y personales. Da la sensación de que su padre estaría bien orgulloso de ver cómo su hijo pequeño ha abierto la puerta de la libertad expresiva y artística, con desparpajo, buen gusto y buenas compañías. Miguel Martínez

“KOKOSHCA” es un LP de pop rotundo hecho al viejo estilo. El sonido, inmediato y hasta un poco impulsivo, con mucho filo, ayuda a que las melodías funcionen sin traer a la cabeza esos esquemas clásicos en los que sin duda se basan. Un disco que no tiene tanto de evolución como de concreción, de dar valor a lo que hacen realmente bien. Todo resulta más redondo y certero. Eduardo Ranedo

En “Cemento”, ambientado en la ciudad, aunque se sitúa en un lugar muy diferente a lo que se suele asociar con música urbana, hay pop electrónico, rock, ritmos latinos, folk acústico y hasta un tema en italiano en el que Espanto se citan a sí mismos. Siguen poseyendo un don especial a la hora de buscar la extrañeza en lo cotidiano, de mirar hacia donde nadie más lo hace a la hora de inspirarse. David Saavedra

En “La exclusión” Niño de Elche entró en contacto con el poeta y filósofo Ramón Andrés para que se convirtiera en el “director artístico” de este nuevo trabajo, cuyo concepto gira alrededor del mal y su simbología y que cristaliza en lo que se entiende por música contemporánea actual, sin contemplaciones y sin concesiones. Una ópera del tétrico futuro que ya ha llegado. Jesús Rodríguez Lenin

El nuevo álbum de Califato ¾ mantiene el espíritu aventurero que ya les conocíamos, reinterpretando la tradición musical andaluza (y andalusí) de ayer y de hoy. “La contraçeña” contiene mucha música y se descubre más con cada escucha. Está repleto de referentes cultos, pero se aleja de lo esnob para destilar una honestidad que busca nuevos caminos sin olvidarse de lo principal: divertir. JuanP Holguera

El proyecto en solitario de Ana Arsuaga, que aplica la máxima de menos es más sin errar, cautiva con una tremenda sencillez en la que unas melodías cercanas a la tradición tienen un protagonismo absoluto. Aunque “Kondaira eder hura” usa elementos electrónicos y teclados, escuchando sus canciones es fácil imaginar las sobremesas y fiestas en las que la voz es el principal componente. Carolina Velasco

Los Cubero sorprenden con “Errantes telúricos / Proyecto Toribio”, dos álbumes simultáneos, de títulos independientes, en un disco que responde a un concepto común. “Proyecto Toribio” es un homenaje instrumental a Toribio del Olmo, y “Errantes telúricos” es una colección de duetos que, por personalidad, convicción y carácter contracorriente, marca otro hito en una trayectoria ejemplar. David Saavedra

“Parc” es un magma de folk, future soul y R&B intimista y nocturno que se sume en una especie de melancolía terrenal, puntuada por unas guitarras de elegancia casi jazz, bajos profundos y sintetizadores de la escuela John Carpenter. Amor y miedo, bailando lentamente en la penumbra de una habitación, mirando hacia un vacío ajeno a todo lugar y todo tiempo. David Saavedra

En “Embruxo” Baiuca da predominio a los sonidos orgánicos sobre el sample y construye un concepto en torno a la mitología sobre la brujería que consigue hacer sonar novedoso al tiempo que afianza su contacto con la raíz. Se siente ese fluir de la bruma, la hierba húmeda, el misterio y la leyenda, pero al final es un disco que incita más a bailar endiabladamente, a retomar el rito comunal. David Saavedra

En “Fiat Lux” el romance de Tarta Relena con la electrónica ya es un hecho fehaciente, aparte de un movimiento lógico y natural para el dúo, seguramente el único proyecto actual, de aquí o de fuera, que puede unir a Safo de Lesbos o Hildegarda de Bingen con IDM a lo Autechre y salir indemne del colapso. Victoriosas del reto, han optado por la contención y la sobriedad. Carles Novellas 

Cargado de colaboraciones y con varios productores en los créditos, “El Plugg 2” es uno de los trabajos más complejos de Yung Beef: temas duros, sin concesión alguna, ni estribillos ni melodías pegadizas; aquí solo hay canciones afiladas como cuchillos, con sonidos metálicos e industriales. Una montaña rusa emocional que a veces tiene un punto de mal viaje y otras te rompe. Carolina Velasco

Kiko Veneno contaba que sus nuevas canciones eran tan sorprendentes que hasta le estaban sorprendiendo a sí mismo. Los diez temas de “Hambre” no son lo que se espera, que le dan un giro al flamenco y que replantean la sonoridad del pop. Y vuelve a tener razón. El sombrero del artista se mantiene bien roto, y los rayos siguen entrando en su cabeza. Y nos sigue conquistando con el suave viento gratis y fresco de su abanico de cristal. 44 años después. Igual de inquieto en su exploración, más sabio y más inteligente desde su admirable trinchera artística y humanista. David Saavedra

C. Tangana se cansó de ser solo un brillante trapero. Su desparpajo, autoconvencimiento y dotes de mando lo validaban para empresas que él soñaba más ambiciosas. ¿Qué tal ser número uno varias veces en España y llegar a todo el público posible, sin franjas de edad ni nichos específicos? ¿Por qué no volcarse con América Latina desplegando un carrusel de colaboraciones a la carta por nacionalidades? ¿Por qué no seguir profundizando en el uso de las provocaciones para enervar a los comisarios de lo políticamente correcto e incrementar, por contraste, el valor de su nombre? Pucho está que se sale. Y este “El Madrileño” merece la consideración de ambicioso: pocos discos empiezan tan fuertes, tan arrasadores, disparando un proyecto de concepto notable –indagación de la música de cepa española y latina– que, aunque irregular, nos regala temas sobresalientes. Santi Carrillo

“CLAMOR” es el gran salto adelante: así se podría resumir la valoración del segundo largo de Maria Arnal i Marcel Bagés. Un paso al frente, y no solo por motivos estéticos, por la opción de sumergirse sin escafandra en sonidos electrónicos y dejar en segundo término las guitarras, sino también por ensanchar los límites de la canción popular que ya urdieron en sus EPs y en el primer largo.

Creado en tiempo de zozobra existencial, con la pandemia amputando la actividad social y personal, este es un álbum nacido para quebrar confinamientos –de cualquier tipo– y en su mirada amplia nos invita a mirar hacia el infinito, traspasando rejas reales (o figuradas). Y que en su aventura hacia texturas de desafío experimental no olvida el poder de la canción pop como elemento liberador común.

Personal y planetario, explorador pero sin perder su esencia –la voz de Maria nunca ha sonado tan vulnerable y al mismo tiempo con tanta autoridad–, “CLAMOR” nos incita a observar y a percibir más allá de la maraña de lo previsible, a bañarnos en las aguas sanadoras de la utopía, a sentir “el clamor 
que habita en nuestras profundidades / porque somos huéspedes / no solo anfitriones
 de multitudes eternas”. Juan Cervera